Desperté hace unos días, arañado y sin saber donde estaba. Hay gente que se asoma por una especie de ventana, me miran y luego me encierran. Gente que me trae almuerzo cuando ya parece que es tarde, creo que por eso llegan fríos pero ni modo que los desaire. No entiendo que esta pasando, siento frío, luego calor y cuando quiero dormir para olvidar, todo comienza a dar vueltas y termino vomitando. Así que siento estar despierto desde no sé cuando. Recuerdo que las cosas se cambiaron de lugar, que las llaves estaban calientes y moradas. No sé si aún estoy vivo o al infierno voy llegando, es más, ni siquiera sé quién soy, ni como abrir para saltar. Creo, porque creo creer, que lo mejor sería abandonar este sueño que no es sueño sino irreal tempestad. Es como si hubiese nacido en un barco en alta mar y mis papeles estuvieran mojados, como si mis padres al querer leer lo que en ellos está escrito no los hubiesen entendido y, por ello, me hubieran abandonado. Entonces, siento la tinta azul, casi morada, que se ha escurrido, no veo nada.
Cuando despierto, la luz llega a mí cama y sonriente me carcajeo por lo loco de mis sueños. Doy vuelta entre las sabanas y meto la mano bajo la almohada, pero no la siento. Siento la almohada contra mi cara pero no mi brazo y su extremidad; me levanto para ver que está pasando y al buscar con mi mirada, veo mi mano azul que también está inflamada. Justo al borde veo algo y le pongo atención, es una tarántula que camina despacio, escapando a su rincón.
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