sábado, febrero 24, 2007

El poeta desatado filosofa

Pozos petroleros
Nuestro pueblo no debería de ser parte del saqueó de la vida y de la naturaleza, Pues, con la falsa idea de salir adelante vamos a terminar en la verdadera pobreza,
Al perder nuestra salud y dañar a la tierra, todo por la insaciable ambición de la realeza.

Trescientos mil barriles de petróleo son sacados de un solo pozo a diario, anunciaron en la radio. Imaginemos ese hoyo, de seguir como seguimos, un día se ha de llenar con nuestros cadáveres y cuando estén putrefactos, vendrán nuestros hijos y volverán a sacarlos; pero en forma de oro negro porque para la ambición no hay lazos, ni padres, ni familia, sólo bonos con rendimiento a plazos.

La Ruta de los Sueños XXIII

Museo y clase


Al siguiente día una de nuestras roommates me invitó a ir al museo junto con su amigo el geólogo y, cómo el me había caído muy bien, decidí acompañarlos. Abordamos para tal efecto un carro BMW, que aunque viejito, funciona de maravilla. Nos dirigimos al centro y, una vez que llegamos al museo y pagamos la entrada nos metimos al gran edifico que ocupa éste. Ahí se estaba exponiendo una colección muy importante acerca de los reyes Otto I, II y III, así como de otros personajes, como un tal Barbarosa, quienes fueron gobernantes de la ciudad y podría decirse de Alemania entre los años 1000 al 1300 aproximadamente, tiempo en que los alemanes trataron de dar continuidad al legado romano y crearon para ello el imperio romano-germánico; me dijeron que una de las razones por las cuales se le quiere mucho a Magdeburg es porque la ciudad tiene un lugar inmejorable en la historia alemana. Había, según pude leer un poco pues tenían explicaciones en inglés en la exposición, muchos documentos y cartas muy valiosos en los cuales se podía ver como se le daba el poder a los reyes, libros escritos en latín que narraban los acontecimientos de la época, bellas ilustraciones en cueros, madera y vidrio, así como muchos elementos eclesiásticos de la época y, en las reseñas, iban narrando como era la vida en aquellos tiempos.
A mí siempre me ha gustado la historia pero esta vez me pareció muy difícil entender pues casi todo estaba en alemán, además, los temas eran demasiado religiosos pues se hacía hincapié en la iglesia y su poder. Algo verdaderamente cansado para mí gusto. Me recuerda el disgusto que me dio al leer algunos diarios españoles, mismos que había comprado entusiasmado pensando que tal vez serían mejores que los mexicanos, sólo para encontrarme extensas columnas que hablaban del rey y de la iglesia. Profunda decepción.

A media semana fui a la clase del profesor Krauss, ahí mientras aprendía algunas palabras en alemán, recibí una verdadera cátedra de historia alemana que me fascinó y de no ser porque el maestro me dijo que ya nos teníamos que ir, seguramente hubiese seguido otra hora. El me contó entre otras cosas, que Alemania estaba dividida en dos por un río: el Main, que es el que yo había visto en Frankfurt, cuando llegué. Que ese río parte al país en dos: en norte y sur. Me dijo que por lo general la gente del norte es más alta y fría de carácter, en cambio, que los del sur, son más amigables. Me dijo que tanto en el extremo norte como en el sur, especialmente en Baviera donde además comen salchicha, la gente toma más cerveza, pero que en las inmediaciones del Main, es decir, en el centro, se toma mucho vino. Y que en las cercanías de Frankfurt era donde se producía el mejor vino de Alemania. Luego me platico que en Austria y en Suiza también se habla alemán, pero que es tan diferente que hay muchas palabras que no se entienden mutuamente. Lo más interesante me lo contó, en su alemán enriquecido con un poco de inglés, que a lo largo de la historia Alemania había sido el país por donde habían pasado todos los pueblos de Europa. Me dijo que por encontrarse en el centro del continente a este país le había tocado ver pasar a romanos, a mongoles, a rusos, ingleses y franceses, muchos de los cuales habían dejado hijos en estas tierras lo cual hacia que la raza fuera muy rica y variada, lo cual, en su opinión, era muy bueno para el país. Me dijo que aún con toda esa historia detrás luego vino un hombre −estaba hablando de Adolf Hitler− a decir que eso no era bueno… lo cual era tan falso como los resultados de prosperidad que prometía, ahora todos conocemos los resultados.
Cuando salí de la clase me fui mirando a la gente y si, me fue posible ver una gran variedad de cuerpos y de caras, de estaturas y colores, aunque todos sean blancos los hay de prácticamente todos sabores. De pelo negro y lacio con brillantes ojos azules, de pelo castaño y ojos cafés o color miel, de piel y pelo blancos, casi albinos, de piel tostada y ojos verdes, de pelo gris y ojos azul pálido. Altísimos algunos y bastante chaparros otros. Hay de todo, aunque en todos logró distinguir que son europeos, no me cabe duda que el maestro tiene razón.
Y para variar, ahora hay muchos turcos, vietnamitas, chinos, árabes y latinos que han llegado últimamente. Me recuerda un poco a los Estados Unidos y aunque parece que estoy bastante lejos de Norteamérica, creo que los polos opuestos siempre tienen algo en común.

El problema de los hombres

El tiempo no existe porque el tiempo como el dinero y el trabajo son una invención humana y el problema de los hombres es que nos enamoramos de nuestras invenciones. Por eso hay hombres que aman el trabajo, aunque no reciban un centavo de él; otros que adoran el dinero aunque no sepan que hacer con él; y, otros que no se quieren morir porque quieren vivir eternamente, aunque no sepan para qué.

La Ruta de los Sueños XXII

Paseo familiar

De aquel Domingo me acuerdo bastante bien, aunque en los momentos en que los viví hubiese querido no haberlos vividos pues con la resaca que arrastraba me dolía todo el cuerpo, pero no estaba ahí para andar con lloriqueos y tenía que salir adelante en ese momento. A como diera lugar. Todo esto era así ya que ese día teníamos programado ir a visitar a mi nueva familia; primero nos dirigimos a la plaza principal, donde se encuentra el palacio de gobierno, ahí pude ver que ya nos esperaban. Después del saludo nos dirigimos a dar un paseo por la mencionada plaza; el señor de la familia me iba explicando casi todo lo que veía y por cualquier cosa que yo preguntaba. Nos paramos frente a la estatua de Otto I u Otto der Grosse (el grande) del cual me dijeron fue el primer rey de Alemania y tuvo su asiento en Magdeburg hace alrededor de mil años ya, es por eso que Magdeburg se pude considerar que fue la primera capital de Alemania, pero mucho antes de que Alemania existiera claro, lo cual puede resultar un poco raro y confuso para cualquiera que no le guste la historia. Bueno, ese es otro tema. Entonces me contaron algo que no olvidaré jamás y que me ha ayudado a entender porque el ambiente de la ciudad es como es. Resulta que esta ciudad fue el centro del movimiento protestante en la Guerra de los Treinta Años, cuando católicos y protestantes se disputaron el control de la ciudad. Dicen que aquí se llevaron a cabo las peores batallas, pues la ciudad había sido un importante bastión católico y terminó siendo centro del movimiento protestante. Dicen, demás, que en ese tiempo la ciudad fue destruida completamente durante una invasión que la dejo prácticamente en ruinas, razón por la cual se considero durante muchos años la Hiroshima de la antigüedad, hasta que llegó esa ciudad japonesa y le quitó el puesto. ¿Cuál será la próxima? Me pregunté. A partir de entonces comencé a comprender lo que ocurre en ella. Seguramente desde entonces arrastra su amargura que aún hoy se respira por las calles. Amén de los que le pasó en la segunda guerra mundial y lo cual poco a poco, conformé vaya descubriendo más cosas, iré describiendo. Después seguimos caminando por la plaza, viendo los puestos del mercado que ahí se encontraba, aprovechando la temporada navideña, con golosinas y artículos alusivos a la edad media, que es lo más folklórico que tienen en estas latitudes. Después pasamos por uno de los centros comerciales de la ciudad, el llamado Alle Center, que está en un edificio muy moderno y de cuatro pisos pero del cual he escuchado muchos comentarios de inconformidad, pues, hay quien piensa que es muy feo y rompe con el encanto de los edificios del centro, por su modernidad y frialdad. A mi no me parece tan mal, pero bueno, yo vengo de otra ciudad y de otra cultura, donde muchos quisiéramos tener aunque sea uno de esos desarrollos comerciales.

Por cierto, ahí tuve oportunidad de ver una exhibición fotográfica de los principales encantos y desarrollos de la ciudad; vi interesantes fotografías de la Zitadelle, del centro deportivo (que es una complejo enorme), del antiguo panteón de la ciudad (que se me antojó ir a visitar), de una planta de tratamiento de agua tan grande, que yo creí que era una planta nuclear. Poco después paramos a tomar un café, yo, además, pedí un helado con mousse, pero al servírmelo descubrí que no era mousse, sino que se trataba de una crema agria que no me gustó; los demás me la pidieron y se la comieron pues, según ellos, eso es lo mejor.
Después de eso se despidieron algunos, pero el despido fue extraño para mí, simplemente dijeron que ya se iban, se pararon y se fueron, no hubo beso entre las mujeres ni aún para con los padres; pero peor aún, ellos iban a otra ciudad en ese momento y se irían en el tren y ni aún así el despido fue emotivo. Que esperanzas, pensé, en mi país uno va y encamina a la personas y no le dice adiós hasta que van bien sentadas. En fin, el norte es frío y a ellos se les ha contagiado al carácter.
Después salimos y nos fuimos a visitar al tío “Bobcat”, así lo bauticé yo porque en realidad se llama Buckhard, pero el nombre me fue tan difícil de entender sin verlo escrito que yo mejor le dije “Bobcat” por muchos días; el y su familia viven, como casi toda la gente en Magdeburg, en un departamento.

El de ellos está cerca del centro por lo que nos fuimos caminando y llegamos en unos minutos. Entramos a su departamento y después de que nos presentaron ellos se sentaron a la mesa y estuvieron platicando algo en alemán mientras yo bailaba los ojos admirando aquella vivienda; me sorprendió ver tanto orden en ese lugar, aprecié con detenimiento cada detalle, todo estaba perfectamente ubicado. Parecía como si todo fuese nuevo y nunca hubiese sido usado. No había nada fuera de lugar, mucho menos muestras de polvo o algo percudido; recuerdo que tenía una iluminación tan sofisticada que lo hacía verse aún más exquisito, aunque para mi gusto estaba demasiado perfecto, hasta parecía ser el aparador de alguna tienda.
Después el tío “Bobcat” platicó conmigo en un inglés pausado, mejor dicho entrecortado pues tenía el muchos años de no usarlo, sin embargo, como todos los alemanes, no se inmutó y trató y trató sin preocuparse de decir barbaridades. Esa es una de las cualidades que yo admiro de esa gente, que sean tan aventados, que no se pongan ellos las limitaciones, que sus limitaciones sólo sean los obstáculos que les van saliendo en el camino y solamente mientras los vencen. Me contó que el tiene una pequeña compañía de venta de tubería industrial, que se llama MA Armaturen y que hasta cuenta con una página de Internet; como es mi costumbre yo encontré algo en común de que platicar y le conté que mi relación con las tuberías consistía en que anteriormente yo trabajé manejando retroexcavadoras y que al excavar, frecuentemente tenía que tener mucho cuidado con los tubos de agua o gas ya que era común que los operadores los rompieran. También recordé que en un tiempo trabajé en la construcción en los Estados Unidos y allá me tocó instalar uno o dos tubos de plomería. El tío “Bobcat” estaba encantado con la charla y además de la cerveza que ya tomaba me ofreció un schnaps, que es un trago espirituoso muy común en estas tierras. Yo lo disfruté, a pesar de que la resaca se mantenía aún rondando mis entrañas.
Luego pusieron una película en la que se ve la historia de Magdeburg de 1900 a 1990. De los primeros años sólo se veían fotos y, posteriormente, al llegar a los veintes, comenzaron a aparecer las primeras imágenes filmadas, luego se vieron los treintas y poco a poco las imágenes se iban haciendo más nítidas, más llenas de vida. Luego, cuando venía lo más interesante para mí, que eran los años cuarenta, algunos sugirieron que aquello estaba muy aburrido y que había que ver otra cosa, que debían de poner algo que fuera interesante. Yo no pude protestar pues sólo estaba de visita; entonces, pusieron un documental acerca de las inundaciones que azotaron la ribera del río Elba en 2002, cuando el río creció y se desbordó en algunas ciudades causando severas inundaciones, razón por la cual la gente se organizó y reforzaron el dique de la ciudad a fin de evitar una catástrofe. Gran labor sin duda pero que a mi me mantenía al borde del sueño pues bostezaba casi de forma permanente, mientras los demás veían atentos la epopeya.
Después de eso nos despedimos, salimos y caminamos un poco sobre una de las avenidas principales de Magdeburg, entonces me voy enterando, poco a poco como en los últimos días, de otra tragedia que le ocurrió a esta ciudad, según una placa que se encontraba en la fachada de un edificio, ahí empezó la reconstrucción de la ciudad en 1952, después de que fueran destruidos el setenta por ciento de sus edificios en la guerra. Antes los edificios de esa calle eran de estilo renacentista y, como aún hay dos o tres de ellos, me imaginó que se veía muy bonita antes de la guerra. Ahora ahí hay muchos edificios construidos durante la época socialista, de corte moderno, con grandes vidrios y paredes lisas, pero de especto demasiado gélido.

miércoles, febrero 21, 2007

El Poeta Desatado te cuenta una historia:

El niño asqueroso

Un niño de once años tenía serios problemas de conducta, eso le decían a poco de conocerlo; ya que en la escuela, casa y parque, mayores y compañeros, siempre le decían: ¡Paquito, deja de picarte!
Esto pasaba porque Paquito sentía mocos en sus fosas nasales. Lo corrigieron muchas veces, desde su madre hasta el compadre, pero Paquito no entendía que aquello era más malo que echar desmadre.
Lo que Paquito no sabía, porque no podía recordar, es que cuando recién había nacido, aprendió eso de su madre, a quien miraba hacerlo todo el tiempo, sobre todo cuando no había nadie.
Eso pasó continuamente hasta que, un día, la sorprendió su suegra e hizo de aquello un gran mitote, tan grande que a partir de entonces, en su barrio, ‘La Mocote’ le apodaron, misma razón por la que a los pocos años, por la pura carrilla, se mudaron.

Y fue tanta su vergüenza que juro nunca más volver a tocarse.

Pero el daño estaba hecho y el niño, desde meses, aprendió a usar sus dedos para la nariz rascarse. Así creció con esa maña y fue imposible de arreglarse pues la madre nunca supo que los primeros cinco, son los años más importantes.

martes, febrero 20, 2007

El poeta desatado (segunda aparición)

Ayer por la noche estuvimos platicando nosotros dos
Era mi conciencia y mi otro yo. Uno pensaba cosas inimaginables y el otro me preguntaba por cosas creíbles. De los dos siempre han surgido inventos que pueden ser posibles y algunos otros de ficción. La de anoche fue una charla increíble, de esas que dejan una grata sensación. Tú pensabas en lo triste del futuro y yo te dije que todo depende del observador. Me preguntaste por lo que pronto va a ser visible, dada la actual condición. Sugeriste una probable exterminación y yo te dije que ya no, que ya la raza humana se ha exterminado y ahora sólo existe el fruto de esa evolución. Que los que viven ya no tienen escrúpulos ni tienen que tenerlos, todo lo manejan desde su sillón. No ven la sangre, ni sienten el dolor; todo son números y ganancias para el dueño del televisor.
Además, los mejores ya murieron, los mejores siempre han muerto; porque son los que arriesgan, los que van más adelante y con la antigua educación, muchos perecieron creyendo en las guerras o en los dioses. Falsas glorias de los sistemas en que nacieron, por eso no sobrevivieron sus valiosos genes y su posible evolución.
−Entonces ¿Ya no queda esperanza alguna?−preguntaste;
Yo te dije que no es que no hubiese ya esperanza, que la humanidad, tendría que tocar el fondo y que entonces, al llegar al límite, todo iba a mejorar y que en el futuro la humanidad no va a desaparecer, va a aumentar. Y que esto ya está pasando, el fondo ya se puede mirar.
−¿Qué porque digo que todo va a mejorar?
−Porque dentro de pocos años los humanos nos haremos inmortales. −¿Cómo? −me preguntas;
−Te lo diré: de la misma manera en que ahora cambiamos nuestros órganos, despojándonos de nuestro cuerpo. De esa manera el hombre se hará inmortal, dejará su mente funcionando para siempre y el cuerpo para nada importará.
Ahora mismo, en China tal vez, se está inventando un programa de computadora que, al conectarse al cerebro, podrá almacenar todos los conocimientos de la persona conectada y hasta aprenderá a pensar como él; para esto se deberá aprender los mecanismos de pensamiento de cada persona y después, podrá razonar como él y en base a sus conocimientos, pensar también como esa persona pensaba en ese momento. Esto podrá ser hecho poco antes de su muerte o cada año se puede hacer un respaldo nuevo o después de cada gran acontecimiento, porque nadie saber cuando se va a morir y, ya que a veces, al estar cerca de la muerte, por sufrir un accidente o por perder algún ser querido, podemos ver todo diferente o, incluso, al cumplir algunos de nuestros sueños muchas veces nuestros puntos de vista cambian para siempre.
−¿Para que servirá? −quieres saber;
Pues, muy fácil, al hacer esto la conciencia de la persona no morirá y los interesados podremos interrogarle todo lo que queramos, desde recuerdos hasta las posibilidades de algo y en base a sus conocimientos podrá darnos su opinión.
Imagínate que tuviéramos ahora la memoria de Leonardo Da Vinci, de Aristóteles o la de Jesús. Nos podrían dar puntos de vista invaluables, serían una fuente de inspiración para todos los demás; e igual podríamos tener la de Gandhi, la de Nezauhalcoyotl o ¡la de Lennon!
¿Crees que se podrían actualizar? −me sugieres.
¡Claro! Se podrían además ir uniendo en una sola que, en conjunto podrían llegar a ser como un futuro Dios. La humanidad sería la creadora de su propio Dios en base a todos los conocimientos del pasado y de los grandes pensadores. Cualquier problema sería sabiamente resuelto por esa mente superior y nuestra raza no pasaría más problemas existenciales.
− Pero, es imposible reunir todos los pensamientos de los grandes porque han muerto −se te ocurre;
−Claro, pero al unir los que ahora tenemos y seguirlo haciendo hacia delante se podrá crear ese ser supremo, del cual no temeremos porque todos sabremos que se trata de una máquina pero del cual dependeremos para progresar y vivir en armonía con todo lo demás.

...Que bonito es un sueño, que bonito sería poder decir que es verdad, pero mis ojos no lo verán ni los de mis hijos lo tendrán; porque la humanidad esta condenada a comerse unos a otros, porque en la vida todo se paga y el humano, desde hace tiempo, se pasó de la raya. −esto último lo pensé yo anoche, cuando desperté de soñar que mi conciencia charlaba con mi otro yo.

La esquina por donde pasa Dios

..................o la filosofía del pordiosero.

Eran las siete treinta de la mañana y un hombre caminaba cabizbajo, triste y malhumorado, pues no tenía trabajo. Era uno más de tantos. Llegó a una esquina, buscando algún anuncio en las ventanas, cualquier cosa, para sacar para los gastos. Entonces, miró a un pordiosero que sonriente saludaba a todo mundo, se dirigió hacia el y le dijo:
−¡Hola, Amigo! ¡Oye! ¿Porque estás tan contento? Si no eres más que un pordiosero.
−Pues porque hay que estar contentos ¡Sonríe, hombre!
−¡A Dios! ¿Y de que quieres que sonría? ¿Qué hay de bueno aquí como para andar sonriendo?
−¿Cómo que qué hay de bueno? ¿Qué no vez? ¡Aquí está Dios! ¡Míralo, ahí viene! ¡Anda, salúdalo tú también!
El pordiosero dio tres pasos adelante y le tapó el paso a un hombre de traje que caminaba por el lugar y le dijo:
−¡Buenos días, buen hombre! ¿Cómo estás el día de hoy? ¡Ah, mira! ¡Que bueno, que bien! Y le deseo que la siga pasando bien ¡Muy bien! ¡Hasta luego!
−¡Oye! ¿Por qué no saludaste a Dios, eh? ¿Quién crees que eres para no saludarlo? ¿Dime?
−¿Cuál Dios? Ese era un viejo flaco nada más ¡tú estás loco!
−No, hermano ¡Claro que no estoy loco! Ese que miraste, aquel que va allá, aquel y aquel otro, tu y yo, todos somos Dios ¿Qué no lo sabes? Dios es todo lo que vez, no hay nada que no sea Dios.
¿Qué? ¿Acaso crees que somos únicos? ¡Claro que no! Dios lo es todo y Dios está en nosotros, disfrutando de su creación pero a través de nosotros…
− No, no ¡Tú estás loco, mano! Si de veras existiera Dios no pasarían tantas cosas malas ¿A poco crees que a el le gustaría estar sintiendo lo que siente el que se enferma o el que se quema?
− Mira, hermano, yo no sé que tengas en tu cabezota, pero te voy a decir una cosa y va a ser una sola vez, así que ponme mucha atención, porque, si lo entiendes, a partir de hoy vas a vivir una nueva vida y si no, por lo menos, para que no lo olvides, para que si un día lo llegas a comprender disfrutes todo lo que la vida nos da. ¿Tú crees que todo debería de ser placer, belleza y descanso? Escucha esto, porque estoy seguro que has vivido toda tu vida equivocado. Debes saber que Dios creo el placer y el dolor, lo dulce y lo amargo, la paz y la guerra. ¿Pero, para qué? ¿Por qué crees que lo hizo? Porque todo es la vida y debes conocer la pena para poder reconocer la felicidad, debes saber trabajar para saber descansar, debes saber que hay enfermedad para que disfrutes de la salud y lo más importante será entonces que la cuides ¿Me entiendes? Cuando llueva sal y siente la lluvia, cuando haga calor sal y siente el sol, pero no dejes de vivirlo aunque a veces creas que es malo. Porque después quien sabe si podrás vivirlo de nuevo y ya querrás vivir aunque sea eso que antes creías que era malo. ¡Sonrie! Que aquí dentro de ti −y le dio unos golpecitos en el pecho− está Dios y esa es la razón por la cual todo lo que vez existe, sólo para ti. ¡Ven anda! ¡Ayúdame a saludar a Dios y desearle un buen día! ¡Ven! No te quedes ahí parado que tenemos que regresarle algo de los que nos dio.
Y se lo llevo jalando a donde, apresurada, pasaba la gente por la calle. Ahí los peatones se topaban con un pordiosero y un desempleado que los saludaban con la dicha de ser ese día tan afortunados.

La Ruta de los Sueños XXI

Noche de Fiesta


En punto de las ocho de la noche comenzó a sonar el timbre. Eran los invitados que comenzaron a llegar, puntualmente, uno tras de otro; a los pocos minutos el departamento ya lucía lleno, habían venido todos los que aparecían en la lista que hicimos previamente e, incluso, algunos más. Esa reunión se organizó por motivo del cumpleaños de mi novia y de mí llegada a Alemania. Se matarían dos pájaros de un tiro: bienvenida y cumpleaños a la vez. Yo estaba al borde de los nervios, no sabía bien que hacer: si dedicarme a atenderlos, por ser ellos los invitados, o sentarme a comer, por ser yo uno de los festejados. Por un lado, sentía que debía recibirlos pero, por otro, pensaba que todos sabían mejor que yo donde quedaba todo allí. Había sido tal mi confusión que a la hora del brindis descubrí que no tenía bebida ni copa, no creo que haya sido para tanto, pero me sentí un estúpido en ese momento. A fin de cuentas yo era el auslander, es decir, el extranjero, por lo que finalmente me senté a comer y dejé que los “invitados” me atendieran, parecía lo más indicado. Entonces, compartimos ensaladas verdes y blancas, acompañadas de deliciosos panecillos coronados con quesos de cualquier tipo que se pueda uno imaginar: pues los había frescos, duros o secos; blancos, amarillos o cafés; con nueces, con especies o cerveza; unos se llamaban viejos, otros añejados o de la montaña; sólo había algo en lo que todos coincidían: eran increíblemente buenos.
Probé entonces los deliciosos platillos que se habían preparado para celebrar la ocasión; recuerdo haber probado un pastel de cebolla, que estaba hecho con una receta francesa −según me dijeron− ¡Era una delicia! Una vecina nos trajo, además, una sopa de elote “mexicana”; yo nunca la había probado de esa manera pero estaba riquísima, también.
De pronto, alguien notó que aquello estaba muy apagado y sugirió que pusieran la música. Alguien corrió y trajo un disco que alguien había armado, en el había ritmos de reggae, rock melódico e incluso algunas de pop. La maravilla de los MP3 nos regaló varias horas de música ininterrumpida. El objetivo había sido ambientar la fiesta ¡y lo logró! Pronto todas las voces y las charlas iban y venían al compás de los ritmos que el estereo aportaba; los silencios de la música se complementaban con los altibajos de la plática lo cual hacia que los oídos se sintieran complacidos.
Ya ambientada la fiesta, con gente en el comedor, sala y hasta en los pasillos todo iba bien. Yo había anunciado que, para celebrar la ocasión, tenía tequila que yo mismo había traído desde México y a esa hora me lo empezaron a pedir, les dije que hasta las once se iba a abrir, así que había que seguir tomando vino o cerveza −según el caso− por un rato. Sin embargo, consideré que este si era un buen momento para traer los pequeños obsequios que había traído desde México. Así que comencé a esa hora y repartí, entre la familia de mi novia, sus amigos y nuestros roommates, las tazas de barro con un bonito acabado en esmalte verde que había traído, las ollitas llenas de dulce de tamarindo, unos dulces de muégano y otros de leche. Cómo esa era una sorpresa todos quedaron sorprendidos y fueron felices esa noche, sobre todo por lo que estaba por pasar.
A esa hora ya había conocido a mucha gente, desde algunos familiares de mi novia hasta personas que no la conocían. Gente que venía de Berlín, de Bonn, de Dresden, de Cotbus, de Korisburg o algún lugar que sonaba parecido −ahí había un escocés, por cierto− y de otros lugares que nunca había escuchado y que no sé como se llaman ni donde quedan. Entre ellos −que eran como treinta− conocí ecologistas, profesores, geólogos, ingenieros, carpinteros, asistentes sociales, estudiantes de sociología, marinos y hasta a un americano, que por cierto, era músico. El me contó también cosas interesantes las cuales luego abordaré.
Poco después de las diez y media de la noche las personas mayores empezaron a retirarse y entonces la fiesta comenzó a animarse, no porque los que ahí eran mayores fuesen antipáticos o serios; más bien porque a ellos ahí todos les guardan respeto y por eso se procuraban comportar. En vista de que la fiesta había subido de nivel, yo decidí elevarla aún más y por ello fue que traje la tan esperada botella de Tequila.
Conforme fui repartiendo tragos de tequila entre los asistentes, profundicé con algunos de ellos, no cabe duda que el tequila es un buen desinhibidor de la timidez. Con uno, que es geólogo, fue con quien tuve la charla más amena y creo seremos amigos por mucho tiempo, aunque había un tipo al lado que luchaba por hacerla no profunda (por no decir que estaba bien buey) afortunadamente, el geólogo siempre la rescataba. Con el estuve platicando de profesiones y cosas de hombres. ¡No, no era nada interesante! Sólo era de países, fútbol y geografía. Casi al final, él abordó un tema que me parece rescatable, me dijo que antes −y aún ahora− en Alemania había muchos dialectos y que esto se debía a que en la antigüedad Alemania estuvo dividida en muchos reinos y que los reyes o monarcas y cada uno de los cuales acostumbraba cobrar impuestos por entrar o salir de cada uno de sus reinos. Por este motivo, que fue meramente económico, mucha gente procuraba no salir de sus pueblos y así vivió por cientos de años, creando micrositios donde se hablaba más diferente cada vez hasta que con el tiempo se acuñaron otros dialectos. Como antes no hablaban exactamente la misma lengua y la que hablaban cambió tanto, en algunos casos se crearon otros idiomas. Yo quise mencionar la historia de un filosofo alemán que vivió toda su vida en su pueblo y nunca salió de él, pensé que sería un buen ejemplo para la plática pero nunca pude acordarme de su nombre, a pesar de que lo estudié mucho en la universidad y de que es uno de mis favoritos en cuanto a frases celebres se refiere; ellos se sorprendieron que yo conociera a un filosofo alemán y ellos no supieran de quien se trataba.
Al siguiente día le platiqué a Jeannette y ella me ayudó a recordar el nombre pero junto con el me dijo una verdad que no sé como no se me había ocurrido antes: el nombre del filósofo mencionado era Kant, pero me dijo que no era un buen ejemplo, porque precisamente de eso estábamos hablando: sí en Alemania toda la gente vivía así, sin poder viajar, entonces cómo se iban a acordar de alguno en particular. Ella tiene razón.
Seguí repartiendo tequilas a diestra y siniestra, casi todos lo aceptaron, a excepción de algunos que ya saben de sus efectos por lo que prefirieron abstenerse. La noche se alegró y después de vaciar más de media botella decidí parar por un rato. Había tomado tanto al ofrecer a los demás que necesitaba un descanso; esto fue así porque todos querían tomar junto conmigo, mirándome a los ojos y al mismo tiempo, a fin de evitar la maldición alemana de no seguir la tradición al brindar: siete años de salación al que no lo haga. Luego la vecina, la misma que trajo la sopa “mexicana”, me pidió la botella para tenerla de recuerdo, yo accedí pero le dije, por medio de alguien que sirvió de traductor, que sería hasta el final de la fiesta cuando la tendría, motivo por el cual no me perdió de vista hasta que se la di. Por lo menos se que se la pasó entretenida, cuidándome.

Tomé entonces una cerveza y aunque suene a comercial, una Köstrizer fue la elegida, oscura y fuerte, en Alemania, es mi favorita; Entonces fui a buscar a Jeannette, después nos fuimos al cuarto de atrás, allá uno de nuestros roommates tocaba con su banda. Yo sabía que tocaba la guitarra pero no que tenía una banda y mucho menos que tocarían en nuestra fiesta, al preguntar sorprendido acerca de aquello, me dijeron que es un proyecto nuevo, que aún no tenía nombre ni bajista, yo me apunté de inmediato, les dije que no sé tocar pero si me enseñan aprendería. Lo tomaron a gracia, como lo era, pero me concedieron un deseo, me prestaron su bajo un rato y a lo mejor hice el ridículo, con el tequila no me acuerdo.

Seguro traía un desmadre pues no sé tocar ni una flauta y ahí me soltaron un bajo que sonaba como diablo, debí haber aterrorizado a todo mundo, pero de que me lo celebraban si me acuerdo. Después los escuchamos tocando, el americano tomó el bajo, así que el sonido era rico y compacto, pues tocaban en su cuarto. Tocaron canciones de rock en alemán y en inglés, reconocí algunas de The Cure y escuché cosas desconocidas pero interesantes. El tequila ya estaba haciendo efectos en algunos de nosotros pues aparecieron botellas tiradas por el piso y nadie supo de quien eran, ni de la mesa, cual era la suya.
Ya más tarde y después de la música, recuerdo que tuve un altercado con la vecina, la misma que me seguía, esto fue así porque yo había traído unas banderitas de coco desde México a fin de ofrecer a todos en la fiesta pero ella tuvo la brillante idea de decirme que las banderitas estaban mal porque no eran de México sino de Italia, pues no traían el águila estampada. Hasta traía un libro que no sé de donde sacó para mostrarme las banderas de esos países, así estuvo a déle y déle hasta que me hartó y me detuve para decir: ¡Si, es cierto! Las banderas parece que están mal pero no es así, mira bien, aquí en la bandera tu ves los colores y aquí, frente a ti, ves el águila y si no lo crees dime ¿Por qué crees que soy café? Con esto se calmo, tal vez más por el tono de mi voz que mi explicación pero de no haberlo hecho me habría echado a perder la fiesta que era lo importante.



Después me recuerdo platicando con el americano, de quien yo sentía una cierta desconfianza para hablar, pensaba que siendo el americano seguramente podría ser de esos que no tragan a México o de los que hacen comentarios despectivos como muchos de ellos acostumbran. Pensaba que al encontrármelo en Alemania, donde el hablaba la lengua, me dejaría en desventaja, pero al abordarlo no pasó nada de eso; por el contrario, me dijo que el era novio de una de las invitadas −aunque ya lo sabía−, y que era de Los Ángeles; poco a poco fuimos encontrando cosas que nos identificaban, por ejemplo, me contó que el había ido mucho a Tijuana cuando estaba más joven, cuando aprendía a tocar su música, brindamos por ser ambos de la bella California, sin importar los países, por tener novias alemanas y por encontrarnos allá y tal vez por más razones, el tequila es muy bueno para esas cosas. Me contó que el trabaja como maestro de inglés y que, además, toca en un grupo de ska, llamado The Essentials, que los pueden encontrar en Internet, específicamente en My Space; de hecho pudiera decir que me lo imaginé desde un inicio, pero no es cierto, sólo me causo una extraña sensación al mirarlo ya que cuando llegó usaba un −para mí− ridículo sombrerito que me recordó a The Untouchables y toda esa época de los 20’s. Hubo algo que no me terminó de gustar en su forma de ser y en su plática; eso fue porque entre todo lo que platicamos me dijo porque a él no le gustaban los Estados Unidos, me dijo incluso que los odiaba, que era un país estúpido entre otras cosas, a pesar de que él es de ahí… me dijo que cuando era chico vino una vez a Alemania y a Suiza y que de chico tomó clases de alemán y luego conoció una chica alemana y con ella se vino, que vivió cinco años con ella pero luego la relación terminó y el se quedó a vivir allá. De cualquier modo ahora habla perfecto alemán (según el, pues no me consta). Ahora hace una bonita pareja con una maestra de Berlín que también vino a la fiesta. No sé, había algo que no me convencía, algo que no me terminaba de cuadrar, no sé, a lo mejor son ideas mías pero con el tiempo uno aprender a observar y cuando uno huele algo así, ya no es fácil fiar.
La fiesta termino poco antes del amanecer. Cuando yo me fui a dormir quedaban solo otros dos de los invitados, hablaban alemán y a mí eso aún no se me da; por eso me despedí, el tequila ya se había esfumado con tanto que hacer y pensar. Fue una velada increíble y cuando llegué a la cama descubrí que Jeannette me tenía preparada una cubeta junto a la cama. La precaución es muy buena, afortunadamente, esa noche, yo no la necesitaba. No vomité, ni sentí malestar alguno, fue una noche perfecta junto a mi amada.

Recuerdo que al siguiente día, un domingo, desperté con un desagradable sabor en la boca, una sensación tan asquerosa que parecía que había comido caldo de sapos. Oí ruido en la cocina y salí a ver que ocurría ahí. Al entrar noté que todos me miraban asombrados, me preguntaron que cómo me encontraba, yo, sonriente y feliz, les dije que estaba muy bien, que me había tenido que levantar porque Jeannette me dijo que me olía mal la boca y que tenía que ir al baño.
Cuando me fui todos se rieron, después me contaron que estaban sorprendidos pues la noche anterior me habían visto muy tomado y luego me veía como sin nada, hasta contando chistes. Lo que ellos no supieron es que tan pronto volví del baño me comenzó a doler terriblemente la cabeza, me tomé una, dos y tres pastillas a escondidas ¡claro! Pero el dolor no cedía y nosotros teníamos que salir a la calle, ya habían pasado casi tres horas y nada. Yo no podía decir que estaba bien porque el cuerpo se sentía extraño. Tenía una extraña sensación de querer vomitar pero muy lejana, confundida con algo más y cansancio en las piernas retrasado del viernes anterior, cuando fui a jugar fútbol y que aparecía cuando menos lo necesitaba. Ahora, cruda y dolor muscular amenazaban con echarme a perder el día. Yo me decidí que no sería así y en punto de las tres salimos a la calle.El tequila seguía ahí, recordándome que aún estaba enfurecido por habérmelo tomado casi yo solo y que aunque fuese mexicano no me iba a perdonar. Por suerte de ahí no pasó y aprendí bien la lección, tanto así que aún no lo he olvidado.

viernes, febrero 16, 2007

En mi cama

Tranquilamente levanté las sabanas y me introduje en mi cama, pensando sólo en la cansado que estaba y apenas acomodaba mi cuerpo para descansar, sentí a otra persona tras de mí; sentí una pierna pesada que cayó sobre las mías y en el curso de un instante muchas cosas pasaron por mi mente; al poner atención me di cuenta que era una pierna delgada, por lo cual, pensé que era una mujer. En otras condiciones una sonrisa se dibujaría en mi cara pero, en lugar de eso, un escalofrío recorrió mi cuerpo, sentía que era una pierna peluda la que me enredaba; imaginé una tarántula u otra cosa peor a mi lado. De inmediato traté de dar un salto pero éste ser extraño me sujetaba por la espalda, hice fuerzas para escapar y cuando di el jalón desperté empapado de sudor. Pensé que había sido una pesadilla y me levanté al baño; sentía miedo de caminar, de pisar la alfombra y de buscar el apagador en la oscuridad. Me di un regaderazo para relajarme y terminar de despertar, quería sentir que aquello soñado no me pasó ni me iba a pasar. Cuando terminé y abrí la puerta del baño me encontré en otro sitio que no era mi recamara, intenté retroceder pero fue inútil, tampoco había baño ni toalla sobre mi cuerpo, lo único que miraba eran las patas de una araña tratándome de atrapar.

Desperté hace unos días, arañado y sin saber donde estaba. Hay gente que se asoma por una especie de ventana, me miran y luego me encierran. Gente que me trae almuerzo cuando ya parece que es tarde, creo que por eso llegan fríos pero ni modo que los desaire. No entiendo que esta pasando, siento frío, luego calor y cuando quiero dormir para olvidar, todo comienza a dar vueltas y termino vomitando. Así que siento estar despierto desde no sé cuando. Recuerdo que las cosas se cambiaron de lugar, que las llaves estaban calientes y moradas. No sé si aún estoy vivo o al infierno voy llegando, es más, ni siquiera sé quién soy, ni como abrir para saltar. Creo, porque creo creer, que lo mejor sería abandonar este sueño que no es sueño sino irreal tempestad. Es como si hubiese nacido en un barco en alta mar y mis papeles estuvieran mojados, como si mis padres al querer leer lo que en ellos está escrito no los hubiesen entendido y, por ello, me hubieran abandonado. Entonces, siento la tinta azul, casi morada, que se ha escurrido, no veo nada.


Cuando despierto, la luz llega a mí cama y sonriente me carcajeo por lo loco de mis sueños. Doy vuelta entre las sabanas y meto la mano bajo la almohada, pero no la siento. Siento la almohada contra mi cara pero no mi brazo y su extremidad; me levanto para ver que está pasando y al buscar con mi mirada, veo mi mano azul que también está inflamada. Justo al borde veo algo y le pongo atención, es una tarántula que camina despacio, escapando a su rincón.

La Ruta de los Sueños XX

Der Fuerwache y las clases de arte
La primera vez que fui a la Fuerwache fue en noviembre del año pasado, era un día en que había ido a cambiar dólares por euros y, de regreso, me encontré con Andrea con quien me habia quedado de ver para ir a la clase. Ella era mi roommate y también acudía a las lecciones de dibujo en la Fuerwache; para mi era importante ir con ella ya que haría de mi traductora: el maestro no hablaba inglés y ni alemán estaba en pañales. Como aún era temprano, nos metimos al “Palazzo”, yo me tomé un café y ella un helado, platicamos un rato. Ella también se fumó un cigarro y me contó cosas de su natal Baviera.

Cuando ya era hora nos salimos y abordamos el tren de la ciudad y nos bajamos en Ambrossius Platz.


Enfrente de la preciosa iglesia de San Ambrosio se encontraba el edificio al que nos dirigíamos, que en el pasado fue una estación de bomberos, eso significa su nombre, como a los tragahumos les construyeron una estación moderna, éste lugar se lo dedicaron a las artes. Ahí enseñan diversas cosas: hay lecciones de baile, de computación, de música y artes visuales.

Nosotros nos dirigíamos a esta última y, para ello, subimos al segundo piso de ese pequeño edificio que afuera dice “Fuerwache”.

Al entrar a uno de los salones descubrí que ahí se encontraban aproximadamente diez personas, todas listas para comenzar a trabajar. Mientras me fui presentando fui descubriendo que el lugar ese consistía en un salón con mesas alineadas, como si fueran piezas de un juego de domino y las personas que ahí estaban y las que seguían llegando tenían el ánimo de trabajar en sus pinturas, dibujos y grabados. Cada quien haciendo algo diferente. Todos se veían muy amables y casi todos eran personas adultas. Entre ellos había un hombre que hablaba inglés fluidamente y que me contó cosas interesantes, de las cuales más adelante hablaré. Ya me tenían listo un caballete con papel para acrílico que era lo que se suponía que iba a trabajar, el maestro, de nombre Peter, me preguntó por medio de Andrea, acerca de que era lo que sabía hacer. Entonces le mostré mis dibujos y dijo que estaban muy bien. Me preguntó si sabía algo de pintura y colores y le dije que no, que sólo a lápiz y a carbón. Entonces decidió ponernos a dibujar con lápiz y nos trajo de modelo una calabaza, nos preguntó si estaba difícil y luego nos dejó dibujándola.

El es un hombre delgado, de entre cincuenta o sesenta años, con pelo color blanco, como una hoja de papel, razón por la cual su piel se ve oscura, aunque es en realidad blanco. No es muy alto y tiene el pelo lacio, con corte del tipo que conozco como escolar. Andrea y yo avanzamos en nuestros dibujos y pasados como cuarenta minutos vino a mirarnos; vio los dibujos y dijo en alemán tantas cosas que yo me sentí extraviado, oía que decía algo respecto a la perspectiva. Con las tres palabras en inglés que se sabía dijo señalando al dibujo de Andrea: Good! Y luego, señalando al mio: No good! Yo tragué saliva; me sentía inútil sin poder decir palabra alguna pues −aunque lo hiciera− de nada serviría pues no me iba a entender. En ese país como en cualquier otro donde uno no domine el idioma, bien lo pueden a uno destrozar y ni siquiera se tiene la oportunidad de defenderse. Sí antes me sentía vulnerable aquí me sentía como si fuese una carnada. Entonces decidí observar y oír, identificar todas las palabras que me fueran posibles. Cuando terminó Andrea me dijo, que el maestro había dicho, que las sombras eran lo último que debería de hacer: ¡Que coraje! ¡Eso ya lo sabía y lo olvidé! Y luego me dijo que debía trabajar más con la perspectiva, otra cosa que también ya sabía pero de forma empírica, no como el me la explicó pues, el maestro, tomó una hoja y dibujó una perspectiva en la cual me explicó como debían ir las líneas que vienen acercándose y como las que se van fugando. Me explicó también que al principio de un dibujo se deben de usar lápices duros y que al final los blandos. Lo cual debe ser porque al principio un lápiz duro permite que vayamos trabajando con líneas tenues y cuando ya está el dibujo bien dimensionado, entonces se aplica el lápiz blando. De esa manera se evitan errores y manchones entre trazos.

Finalmente la clase terminó y yo no alcancé a terminar mi dibujo ahí, me lo llevé a casa para hacerlo de ejercicio y a la siguiente clase presentarlo.

La increíble historia de Pueblo Chico

Yo ya quiero ser abuelo, pa’poder contar a mis nietos con anhelo, el recuerdo de estos tiempos y la forma en que quiero recordarlos. Pa’sentarme en la mesa de noche y pausadamente relatar, como un día me contó mí bisabuelo, la historias que les estoy preparando. Por eso, ya estoy practicando, con historias como esta que en seguida les relato:

Corrían los primeros años del siglo XXI, tiempos de avanzadas tecnologías y de vidas cada vez más cómodas. En pueblo Chico todo iba como en los últimos cincuenta años: todo parecía ir de prisa pero no pasaba nada. La gente con dinero seguía teniendo cada vez más de eso y los que no…bueno ¿Para que contarlo?

En Pueblo Chico el gobierno tenía mucho poder, aunque parecía no tenerlo en aquello que no llenaba los bolsillos de sus gobernantes; en esas cosas era el mejor, el más eficiente y el más desarrollado; con tanto poder era fácil hacer lo que quisieran y cada vez fueron aprendiendo mejor como hacerlo.

Al pueblo le lavaba el cerebro de día y de noche, tenía anuncios y comerciales en todo tiempo y a cada propicia ocasión les hacia festejos donde inculcaba sus métodos. Todo parecía ir en orden todo el tiempo y en todas direcciones. Gobierno y borreguitos iban de la mano, forjando el destino al que estaban destinados.

Pero no hay mal que dure cien años, cuanto más en tiempos tan avanzados y al gobierno de Pueblo Chico un día su hora se le llegó. Entusiasmados con los resultados, a los burócratas se les ocurrió comprar todo el tiempo en tele y radio y lo único que el pueblo podía ver y oír era al presidente municipal contando sus aciertos y las acciones a celebrar. La gente se le enojó parejo, hasta sus mejores partidarios y hubo muchas protestas en la plaza principal.

Al gobierno que, hasta entonces, había tenido sólo buenos resultados con recolecciones de dinero y sus golpes publicitarios, no le importó todo aquello, lo tenía prácticamente despreocupado; se pensó mejor en aprovechar que la gente estaba en la plaza y puso en ella una pantalla de esas grandes, digital y de colores, para transmitir los supuestos logros de su famoso alcalde.

El pueblo enardecido, por tanto desaire, fue a traer sus teles y sus radios esa misma tarde y estrellándolos en el centro de la plaza, hizo una gran pirámide que tapó los mensajes y spots del gobernante. Cuando cayó la noche se vieron por fin muchas caras felices, pues se sabían despiertos, de un largo periodo hipnotizados. Ya cansados de tanto celebrar, alguien grito: “Por respeto a la autoridad, hay que parar e irnos a descansar”. Entonces, el pueblo se fue a sus casas y descansaron uno, dos, tres y cuatro días y hasta hoy siguen descansando, de los mensajes del alcalde y sus anuncios descabellados.

Dicen que ese pequeño pueblo es ahora el paraíso, pues no hay en él campañas enfadosas, de esas que hacen los que pierden el piso, ni novelas con mentiras o fútbol con sus fracasos, ni mucho menos gente que esté sufriendo por perder el tiempo a diario.

Y cuando note que mis nietos se estén cansando, despertarlos con frescura, al cantarles con mi guitarra, estos versos que mí ciudad hoy inspira:


¡Ay que lindo Pueblo Chico!
de lindas caras te has llenado;
A pesar de tanto mal político,
Que nomás te han utilizado.

Para hacerse de dinero
o para hacerse de fama;
Esos pillos sin llenadero,
Lo que ocupan es una cama.


Que sea de fierro macizo,
Tan dura como su alma,
Como las que tienen de uso,
En la SEMEFO de Tijuana.


Obviamente está inspirado en los últimos acontecimientos ocurridos en mi ciudad natal: ¡Tijuana!

jueves, febrero 15, 2007

El poeta desatado I

Tratar de aprender alemán me esta dando resultado,
Aunque no me salen oraciones, ni siquiera algún enunciado,
Pero a mi lengua la domino y ahora mi pensamiento sale rimado,

Creo mis neuronas ya se conectaron, aunque sea por el lado equivocado.

México es un país de surrealismos, así lo dice la gente y a mi me queda claro. Hace poco volví de Alemania, de hacer un viaje soñado. Vi cosas que me conmovieron y otras que me disgustaron, pero lo peor de todo me ha pasado cuando a casa regresé para encontrarme con montones de basura y perros atropellados. Entonces me preguntaron qué pensaba de aquí y de allá y les dije la verdad; yo creo que no me entendieron y no ven la realidad, pues, me dicen que lo que digo es porque ya me hice alemán. Yo sé que eso no pasaría, más que volviendo a nacer, pero mis paisanos son cerrados y hazlos entender.

El poeta desatado (antes poeta desterrado)

Hoy inicio aquí lo que será una nueva serie, de locuras y disparates, como no se han visto antes en mi vida . Los titularé El poeta desatado por no ser yo de ningún lado; de ninguna raza, de ningún color; por ser sólo humano y tener a la tierra de mansión, desde el polo norte hasta el antártico.

Amor de hoy

Anoche no pude dormir y hoy me levanté muy temprano. Me hice un café y salí a tomármelo en el patio; Mientras sentía el sereno que se evaporaba, el sol, pálido y desganado, se fue asomando poco a poco y, mientras tanto, mis vecinos se fueron yendo a sus trabajos. Viejos y jóvenes fueron desfilando por la calle, todos con la vista hacia delante, sin cuestionar a su destino.

En la noche yo me había ido a la cama con un pensamiento atravesado, que retumbaba en mi cabeza y yo era incapaz de acomodar; pensé en el pasado, pensé en el presente y no quise imaginarme lo que luego pasará.

Recordé como el amor vino y luego se fue muchas veces. En el creí y deje de creer pero luego siempre creí otra vez. ¿Cuantas veces se puede uno enamorar?

Al amor lo conocí primero de mi madre y cuando crecí lo espere mucho tiempo, más cuando vi que no venía me fui a buscarlo. En verdad que tuve suerte.

Siempre he amado con fuerza y de maneras diferentes y, a veces, hasta he de huido de él pero ha sido entonces cuando más me lo he encontrado. Lo he visto en lados y en todos los seres. Por eso al amor me he rendido y lo he dejado crecer, no hay nada mejor en que creer.

El sol me pegaba en la cara, tibiamente, y se me ocurrió que el amor y el sol tienen algo en común, se van continuamente pero reaparecen de nuevo una y otra vez. Creo que por eso en las mañanas, como mis vecinos, casi todo mundo se levanta y se va sin protestar, por que saben que por el amor hay un precio que pagar.

Y los que no lo hacen mantienen siempre la esperanza, de volvérselo a topar. Aunque digan: eso no me pasa; y piensen: eso lo debo de ocultar.

martes, febrero 13, 2007

La Ruta de los Sueños XIX

Nicolai Platz
Empecé a escribir a bordo del tren ligero, llamado aquí Straβebahn (Straβe o strasse: Calle y Bahn: Tren) con todos los usuarios alemanes alrededor mío y aunque yo me muevo como en casa gracias a la guía e indicaciones recibidas por mi novia y nuestros roommates, aún así me mantengo alerta, la desconfianza ante lo desconocido me obliga a estar así.


Para ir en el tren tengo conmigo un boleto mensual para viajar por la ciudad, que costó casi cincuenta euros y que habré de hacerlos desquitar. Pero el mayor provecho creo que lo estoy sacando ahora ya que voy rumbo a la estación llamada Nicolai Platz, que es el lugar donde dos veces a la semana estudiaré alemán.


El tiempo se está yendo de prisa y mis avances en el alemán son pésimos, creo que sabía más alemán cuando estaba en México, ahora todo se escucha confuso y no distingo entre la b, v y la w, ni entre la sch y la ch, que a veces se pronuncian como j y otras como ch, y aunque hago esfuerzos mi cerebro parece que está bloqueado, creo que está creando conexiones entre mis neuronas y en algún momento (espero no sea muy lejano) comenzaré a ver los frutos de ese esfuerzo.
El maestro me repite y me repite pero no logró asimilar las cosas que me dice, apunto palabras en mi cuaderno y subrayo otras en el libro para después ir me a averiguar que fue lo que me dijo; el se niega a hablarme en otro idioma que no sea alemán, yo creo que a la larga será de más provecho aunque ahora siento no avanzar tanto como yo quisiera. Paciencia y calma es lo que más necesito. Salí de la clase y me puse a curiosear la iglesia que está en Nicolai Platz, y como su nombre lo indica está dedicada a San Nicolás. Tomé algunas fotos de ella y regresé a casa, era hora de estudiar.

miércoles, febrero 07, 2007

La Ruta de los Sueños XVIII

Baviera, la otra Alemania
Cuando atravesamos las pequeñas montañas, donde moría Austria y nacía Alemania para nosotros, sobre la autopista el tráfico se ponía cada vez más pesado y no nos dejaba avanzar, por eso decidimos salirnos y seguir nuestro camino a través de una pequeña carretera que corría entre los pueblos, serpenteando entre pequeños bosques y valles ocupados por granjas y tierras de cultivo.


A pesar de ir atravesando todo aquello y que la carretera era mucho más pequeña, resultó ser mucho más rápido avanzar por ahí, pero sobre todo resultaba más atractivo y emocionante ir en esa ruta, donde abunda el agua en ríos y lagos. Descubrimos cosas preciosas a nuestro paso y me quedó claro que Baviera es la tierra más bella de Alemania.


Creo que la imagen de Baviera es la imagen que el mundo tiene de Alemania, con montañas, ríos y lagos en abundancia, aunque ahí no se hablé alemán en realidad y sea tan diferente al norte, en su geografía y en su gente. A pesar de que los demás alemanes vean con malos ojos a los bávaros y los sientan diferentes, de cualquier manera, para mí Baviera es el más bello Estado alemán y sin duda en uno de los más bellos de Europa.

Cuando llegué a este país me sorprendió ver una Alemania tan plana y hasta aburrida en su geografía, pero estaba en el norte, donde el aire corre frío y la gente se ha contagiado por el, yo creía que llegaría a un país todo como Bayern, con lindos paisajes y gente feliz. Afortunadamente ahora estoy aquí y me ha quedado clara la diferencia.

Schlierses y Miesbach son dos pequeños pueblos que ejemplifican mi pensar, son lindos y no hay más que hablar.

Seguimos adelante hasta que retomamos la autopista, pasamos por la 99 y después por la 9, hasta que llegamos a Regensburg, donde nos esperaban Andrea y su amiga Ursula, con ellas caminamos sobre el viejo puente de la ciudad, cruzando encima del Donau, el río más largo de Europa que nace en Alemania y termina en el mar negro, de frente a Asia, después de pasar por Austria, República Checa, Croacia, Serbia, Hungría y Rumania, por eso aquí lo llaman el rey de los ríos. Entonces ya estaba oscureciendo y nosotros caminamos sobre las calles del centro de la ciudad, recuerdo que se veían iglesias, conventos, claustros y capillas por todos lados; la religiosidad se encuentra en cada esquina de aquella antigua ciudad. Dicen que antes aquí se reunían los reyes una vez al año con el emperador, en el Reisen Tag-día de viaje- de ahí el nombre del Reichtag actual, donde se encuentran los poderes del país en Berlín. En un edificio se encontraban pintados David y Goliat, del tamaño de la pared, en una lucha eterna de la cual ya sabemos el final.


Tras una esquina la catedral pareció frente a nosotros, majestuosa aunque no es la más grande ni la más antigua o la más bonita de Alemania, aún así está llena de historia y belleza en sus columnas, que sin problema alguno puede competir con cualquier otra construcción del mundo. Caminamos por los alrededores, pequeñas callecitas atravesaban las manzanas y en ellas encontramos gran cantidad de comercios dedicados al arte y a las antigüedades, a la comida bávara y de otros países: italiana, griega, turca; nosotros traíamos hambre y entre callejuelas y placitas buscamos un lugar donde cenar. Después de ver cafés tranquilos y bares antiguos encontramos un restaurante que ofrecía platillos kurdos, cada quien ordenó el suyo, en el menú predominaban los platos con búlgaros y ensaladas. Yo ordené un cocido de cordero, rico pero cargado en especies, bueno al final.
Para entonces ya era tarde, nos dirigimos a Schwarzenfeld, donde pasaríamos la noche, mientras ellas platicaban cosas de mujeres en alemán, yo miré una película que con esfuerzos entendí: Der Grosses reise von Frau Schwanleg, en la cual me sorprendió que mencionaran a México al final, aunque me lo había imaginado pues los protagonistas querían escapar hacia el fin del mundo, a vivir una nueva vida completamente diferente ¿Que otro lugar mejor? México podría ser fácilmente la antitesis de Alemania.

A la mañana siguiente, después de desayunar café cargado y salchicha blanca al estilo bávaro, nos fuimos hacia Nabburg, una antigua ciudad medieval que aún tiene su muralla alrededor del casco de la ciudad. Estas ciudades tiene tanta historia que contar que es imposible descifrar todo en una simple visita, por eso sólo me dediqué a apreciar lo que veía pero ya no pregunté, ya creía saber tanto en ese momento que me resigné solo a ver.
Por la tarde antes de regresar a Magdeburg nos dirigimos hacia Katzmüll, una bella villa donde me habían contado se reúnen muchos artistas a pintar en verano junto al río; entonces el lugar se llena de turistas, que van a comprar el arte que
ahí se congrega o a pasearse en kayak por el río o en bicicleta entre las montañas.
Recorrimos el pueblo curioseando y admirando sus detalles y cuando creía sentirme satisfecho vino lo mejor, subimos a la cresta del cerro que resguarda el valle, justo sobre el pueblo, con una vista impresionante desde las ruinas de un castillo que, según supe después, fue escenario de una cruenta batalla entre las huestes de Napoleón y los defensores de estas tierras hace ya muchos años.
El resultado de aquel combate se puede adivinar al ver los restos del casco, de las paredes y de la torre que se aferra a no caer. Vestigios de una guerra perdida.

Todo lo que tardaron en construirlo, todos los que vivieron en el y lo importante que pudo haber sido ese castillo, todo eso es historia, hoy sólo quedan restos de una construcción sobre esa desolada montaña.

Esa misma noche regresamos a Magdeburg, lo hicimos en el Zug, el tren de segunda clase, ocho horas hizo en atravesar medio país. De Schwarzsenfeld a Leipzig, de Leipzig a Halle y de Halle a Magdeburg, llegamos a casa a media noche y muy, muy cansados.

Re-encuentro

Que las maldiciones son un género desaparecido;
Que Violeta Parra era de las mejores;
Que se suicidó por una amor a sus cincuenta y tantos;
Que se enamoró de uno de diecisiete;
Que hay que lanzar una maldición; ¡No!
Que debe ser escrita, para continuar con la tradición.
Que debe ser al sexo propio;
Que sin meterse con el de los demás; y,
Que no hay tiempo para pensar…

Si yo tuviera que maldecir a mi sexo, lo maldeciría
por siempre dejarme insatisfecho, sintiendo culpa y
hasta pecado, por regresar siempre con más
fuerza y no darme descanso.