jueves, noviembre 02, 2006

Taller 9

Antes de mi partida tuve oportunidad de llevar la tarea del ejercicio de la postal, al revisarlo le salieron varios detalles que se supone ya he corregido pero por ser buenos tips para escribir los quiero destacar para que me sirvan de repaso y de referencia en el futuro.

1.- Siempre hay que cuidar que las palabras no sean muy repetitivas, hay que buscar sinónimos sobre todo de un renglón a otro;
2.- ¡Cuidado con las aliteraciones! de pronto un texto agradable se chotea y echa a perder debido a malas terminaciones o conjugaciones;
3.- Para que escribir algo que no se va a explicar: No se deben desperdiciar palabras;
4.- No es bueno utilizar diminutivos ya que hacen cansado al texto, aunque todo se vale se debe tener estilo para ello.

Tarea de la 2da. Postal

Después de ayudar a mi madre a limpiar el desastre causado por su olla en la cocina, yo me dispongo a leer un poco mientras Sara duerme placidamente en uno de los sillones de la sala. En verdad, sólo quiero que me de sueño para acompañar un rato a mi sobrina. En eso estoy cuando suena el timbre. En la puerta me encuentro con un tipo alto y flaco, se trata de Ernesto, un viejo amigo de mi hermana a quien yo no conocía pero de quien ya había oído hablar. Pasó a preguntar cómo había salido mi hermana de la operación. Lo pongo al tanto y se va; ni siquiera quiso pasar. De nuevo me voy a tirar al sillón. Tenía dos minutos de haberme quedado quieto, tratando de encontrarme con mi yo interior cuando suena el timbre una vez más. Me asomo a ver de quien se trata y me llevo una grata sorpresa. Dos preciosas rubias aguardaban a que les abrieran la puerta. Al preguntarles que qué se les ofrecía me dijeron que ellas eran Sheila y Sharon y me dieron una pequeña tarjeta. Era de mi amigo David y al reverso había un recado que decía: Carnal, pasé por la ciudad y me acordé de tí. No pude ir a visitarte pero averigüé tu dirección. Recibe esto como adelanto de pago por los favores que te debo. Provecho.
Volteo entonces a ver a las dos bellas mujeres que tengo frente a mí y me dicen que sólo tienen tres horas disponibles. ¡Maldición! Debí haberle dicho a mi amigo que vivo con mi madre y que aquí no puedo hacer nada de nada. Me disculpo y las invito a que se retiren. Les pido cambiar su compromiso para otro día y lugar pero es inútil. No hay reembolsos ni cambios de ningún tipo. Se van y yo me quedo viéndolas con la puerta abierta. Mi madre se acerca para preguntarme quién era.
Unas vendedoras, Mamá-le digo y de golpe cierro la puerta.
¿Y qué vendían?-me pregunta.
Puras fantasías, Mamá.
¡Ay, me hubieras hablado! Yo quería unos aretitos para Sarita. No ves que perdió los que traía saltando en el jardín.
No te preocupes, Madre, yo los encontraré. No tengo nada más que hacer.

Al final, la tarea salió bien librada, pero parece que nunca se han de poder acabar las historias en este taller. Ahora hay que explicar de donde salió el tal David, porqué quiere pagar favores, etc, etc... esta bien, pero con calma. Roma no se hizo en un día.

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