martes, diciembre 26, 2006

La Ruta de los Sueños XII



Noche Buena en Alemania

Pasar la Weihnachten o Noche Buena en este país es un sueño realizado para mí, al grado que cada vez siento que tengo menos que pedirle a la vida; digo esto porque el pasado día veinticuatro viví uno de los mejores días de que he tenido, después de pasar una cómoda mañana, mi novia y yo nos preparamos para irnos a casa de sus padres, quienes viven en un departamento que se encuentra en Cracau, la zona sureste de la ciudad, para ello recogimos regalos, tarjetas, suéteres y chamarras para salir a la calle y abordar el pequeño auto que nos llevaría por en medio de una ciudad sumergida en una ligera pero fría llovizna, calles empapadas y desoladas, pocas almas se veían transitando por el centro y menos aún por los suburbios. En Alemania los días feriados son días feriados ya que nadie trabaja, todo está cerrado, al igual que los domingos de aquí, las tiendas permanecen cerradas y el que no compró que comer se tendría que aguantar el hambre, aparte que aquí son feriados los días veinticuatro, veinticinco y veintiséis de diciembre, el primero por ser Noche Buena, el segundo por ser Navidad y el tercero por ser el segundo día de Navidad. El recorrido desde nuestro apartamento nos tomó alrededor de quince minutos y cuando llegamos ya nos estaban esperando. Jeannette ya me había advertido que la Noche Buena en Alemania no tendría nada que ver con la Noche Buena en mi país y así fue desde el principio, tan pronto abrimos la puerta me di cuenta que nos estaban esperando para intercambiar regalos, los cuales se entregan en cuanto llegan todos los invitados. En la casa se encontraba toda la familia, que son sus padres, su hermana acompañada de su novio y su abuela. Apenas los había saludado y comenzaron a intercambiar regalos a diestra y siniestra, después de entregar los míos me asombré al ver que recibía cosas muy bonitas. En verdad no creía merecerlas pero ya eran mías y ni hablar ¡A disfrutarlas! Todos se preocuparon porque recibiera cosas que me interesan, lápices y cuaderno de dibujo, una libretita Moleskine, que es una verdadera joya, chiquita, práctica, bella y en donde podré seguir con mi locura de escribir cuanta idea me pasa por la cabeza, una camiseta con la leyenda Bitburger, porque por ahí alguien se dio cuenta que me encantó esa bebida, una guía turística de Magdeburg de 200 páginas en inglés y en alemán, un estuche de pinturas de acuarela y para rematar me regalaron un álbum de monedas de la Unión Europea, todos los euros, perfectamente seleccionados, esa sí es una maravilla, nada más de imaginar todo el trabajo que debió haber costado llenarlo…increíble que hayan hecho eso por mí. Se me nublaban los ojos al ver tanta maravilla…pero me aguanté, la noche buena apenas comenzaba. Pero el mejor regalo de todos fue la oportunidad de pasar y presenciar lo que es una navidad alemana, desde las calles hasta la mesa que fue a donde fuimos más tarde pero antes había que tomarnos una cerveza mientras charlábamos un poco. El nombre de la cerveza no lo recuerdo pero como toda la cerveza alemana fue exquisita y la plática ni se diga. No sé porque salió a la charla el tema del tiempo en que el señor de la casa estuvo en el servicio militar, no porque haya querido, sino porque en la República Democrática Alemana, o DDR como le llaman ellos en su idioma, el servicio militar era obligatorio, entonces, nos dijo, ocurrió que una vez cuando realizaban una práctica con soldados rusos, quienes tenían un ejercito poderoso en ese entonces, toda una compañía de alemanes se dejó atrapar en el ensayo y la razón fue simplemente porque a la hora de comer en el lado de los rusos daban de comer abundante y sabrosa comida, mientras que del lado de los alemanes servían un pan duro y una cucharada de Sauerkraut (o Chucrut), malísima por cierto. Entonces, yo les platiqué acerca de la anécdota de mi tiempo en el servicio, en donde teníamos un puesto de vigilancia que era el de la bandera y que consistía en estar parados en posición de firmes resguardando la sala en la que se encontraban las banderas de guerra, lugar en el que tenía que estar uno tres horas seguidas sin moverse, completamente rígido, a prueba de toda comezón o mosquito entrometido y ahí corría la anécdota que una noche que hacía mucho frío un soldado se metió a la sala y se cobijo con las banderas, algunas de las cuales son históricas, revolucionarias y casi sagradas, pero el soldado al sentirse calientito se quedó dormido y ahí lo sorprendieron, motivo por el cual se hizo famoso. Aunque nadie sabía quien era. Entonces el padre de mi novia nos contó otra anécdota, nos dijo que cuando el estuvo en el servicio también se quedaba dormido, pero el lo hacía cuando le tocaba estar de vigilante y llevaba consigo un abrigo muy grande, que apenas le quedaba pero que era su favorito ya que lo podía colgar de una pared pero sin salirse de él, por lo que se podía quedar dormido mientras parecía que estaba vigilando desde un lugar estratégico. Pero también había historias más nuevas que contar, por eso nos dijo que en la empresa en la que trabaja hay dos ingenieros que son dos tipos muy inteligentes y capaces, a quienes profesionalmente les va muy bien pero a quienes en su vida personal a veces les pasan cosas inesperadas. Hace unos días uno de ellos le platicó que cuando recién había caído el muro de Berlín, fue de paseo con su familia a una ciudad de la Alemania Occidental en donde existía un sofisticado sistema de reciclaje de basura, nuevo para los alemanes del este y llevaban bananas de lonche y que cuando el se terminó la suya fue a buscar donde tirarla pero se encontró con una cantidad de botes de basura que por no saber que significaba cada uno de los colores que tenían tuvo que ir revisando uno por uno, todo esto frente a la mirada de su familia quienes o esperaban, mientras el descubría botes que eran para aluminio, papel, vidrio, latas y ya apunto de abrir el último bote, que era el que ocupaba, salió una mujer del negocio contiguo y le dijo a gritos: ¡Oye, tú! ¡Si andas buscando algo de comer yo te doy un pan! Por lo que su familia soltó la carcajada. En ese momento su colega, que es el otro brillante ingeniero le dijo que no sólo a el le pasaban cosas interesantes ya que a el le pasó algo mejor: dijo que hacía unos días había ido a un restaurante de la ciudad y que cuando llegaron no había mesas disponibles pero vieron a una mujer que se estaba levantando, al preguntarle si ya se iba a retirar le dijo que sí, por lo que decidió esperarla para usar esa mesa, las personas se fueron y ellos se acomodaron sin ningún problema, poco después el se percató que había unas llaves sobre la mesa, así que llamó a la mesera y le dijo que por favor las guardara ya que seguramente regresarían a preguntar por ellas. La cena fue agradable y ya noche se retiraron pues iban a cerrar aquel lugar y al llegar a su casa se dio cuenta que las llaves que le dio a la mesera eran las suyas. Sólo que a esa hora ya no podría regresar a preguntar por ellas, el restaurante estaba cerrado.
Fue entonces que nos llamaron a cenar, pasamos en la mesa y en ella descubrimos que habían servido un pescado cocido con espinacas y queso gratinado; en otro plato había pollo deshebrado con verduras y en otro más papas cocidas y arroz. Cenamos a la luz de cuatro velas, que salían de un candelabro con ángeles cantores, probando platillos y vertiendo salsas sobre ellos. Todo fue satisfactorio. Al terminar todos comimos galletitas con café y mi novia tocó en la flauta canciones navideñas que cantaban quienes se la sabían, después la charla continuó y se alargó, luego la continuamos en la sala, donde probé un poco de la cerveza más antigua de Alemania, que es una cerveza de caramelo, dulce y casi sin alcohol, especialmente para mí ya que tenía que manejar de regreso a casa. La bebida, la charla y el ambiente continuaron siendo agradables hasta que de pronto todos se levantaron, habían quedado de ir a la catedral a misa de diez de la noche. Nadie sigue religión alguna en esa casa pero les gusta conservar las tradiciones. Nosotros decidimos regresar a casa, ella estaba cansada y yo ya había visto suficiente. Cargados de regalos regresamos al apartamento, emocionados por sentir el calor navideño y por tanto que teníamos por decirnos, el aire helado de la calle no aminoró nuestro entusiasmo y regresamos a casa cargados de una energía que por lo menos a mí me durará mucho tiempo el consumirla.

Antes de dormir reflexioné acerca de lo que fue vivir una Noche Buena alemana, me pareció formal, conforme al protocolo, podría decir que fue seria pero después de haber presenciado cada detalle me pareció sincera, con significado y razón de ser en cada cosa que se hizo, creo que todo tuvo su perfecta medida, que aunque no creo en la perfección, esta Noche Buena estuvo cerca de serlo. Yo me quedo y me llevo la imagen de la pirámide dando vueltas sobre la mesita de centro mientras yo embobado la miraba, en ese instante puedo resumir mi Navidad.

2 comentarios:

Claudia X dijo...

Hello

Juan-Jo dijo...

Hola, Claudia, Feliz Año!!!
Estoy bien emocionado, afuera esta nevando!!!!!!