martes, enero 02, 2007

La Ruta de los Sueños XIII

Sobre paisajes nevados
Por primera vez en mi vida he visto la nieve caer, fue por la mañana, justo antes de que saliéramos rumbo a los Harz a pasar el año nuevo, yo me encontraba preparando mi maleta cuando alguien me dijo que nevaba y no le creí pero al asomarme por la ventana me di cuenta que en verdad estaba nevando. Más bien se me figuró que llovía pues la nieve caía muy rápidamente, no como yo me la había imaginado; entonces uno de mis roommates me dijo que esto se debía a que la nieve era muy pequeña, lo cual me pareció coherente, sí lo copos de nieve eran pequeños entonces seguramente caían más rápido. Emocionado salí a la calle y sentí los pequeños copos rebotar sobre mis manos pero era difícil apreciarlos ya que tan pronto hacían contacto con cualquier superficie se desvanecían y se convertían en pura agua. Me di cuenta que de seguir ahí terminaría empapado, así que opté por ir por una chamarra y por mi cámara fotográfica, tal vez podría captar aquel momento; pero cuando regresé me percaté que aquel momento, tan especial para mí, que nunca había presenciado una nevada aunque había estado en lugares cubiertos de nieve y en terribles granizadas, era tan sublime que sería imposible capturarlo en una fotografía, la nieve era demasiado pequeña para que se viera en el aire y en el suelo se desintegraba tan rápido que no quedaba rastro de su blancura. Regresé al cuarto y seguí viendo aquel espectáculo desde la ventana, tuvo que pasar más de una hora para que el paisaje comenzase a pintarse de blanco, poco a poco se comenzó a apreciar sobre la calle pero principalmente sobre los toldos de los autos, los cuales fueron perdiendo sus colores para quedar níveamente uniformados.
Cuando salimos de Magdegurg la ciudad lucía un blanco pálido, la nieve ya había dejado de caer y ahora comenzaba a lloviznar; de seguir lloviendo la lluvia arrastraría a la nieve y la derretiría poco a poco; entonces nosotros nos alejábamos de la ciudad y también lo hacíamos poco a poco, manejar en la nieve es peligroso.




Para llegar a nuestro destino seguimos la autopista E49, que va hacia el sur, con cuatro carriles que atraviesan los llanos y planicies característicos de Saxon-Anhalt, el Estado Federado donde está Magdeburg; nos salimos de esa autopista para tomar una Allenstraβe, que son carreteras que tiene arboledas a los lados y que ofrecen bellos panoramas. Entonces íbamos sobre una carretera de dos carriles que serpenteaba entre pueblos y campos humedecidos por la lluvia; es una carretera angosta y cuando nos topábamos con camiones estos sacudían nuestro auto por el aire que estos empujaban sobre nosotros. Afortunadamente la carretera es muy buena y los señalamientos no podrían ser mejores, desde el carro se podían ver bonitas casas con techos puntiagudos, siempre rodeadas de muchos árboles pero cuando la carretera atravesaba algún pueblo esta se hacía más angosta por lo que había que ir más despacio pues frecuentemente la carretera se transforma en simples calles con esquinas y cruces peatonales. Entre más avanzamos hacia al sur más bello se fue poniendo todo, cada vez se veían más montañas y colinas desde donde se pueden ver los valles en donde por lo general hay bonitos pueblitos con altos y picudos campanarios o bellos campos verdes donde me imagino deben sembrar muchas cosas cuando no es invierno y el frío no es tan intenso.







Ese día la temperatura en Magdeburg amaneció a tres grados y con eso basto para que nevara y mientras íbamos ganando altitud, acercándonos al lugar donde pasaríamos el año nuevo, la nieve comenzó a aparecer, nevó a ratos, luego llovió, luego todo se detuvo y por el parabrisas pudimos ver un poco más lejos pero sólo a ratos.
Finalmente la nieve arreció y debimos manejar despacio, todo se había cubierto de nieve y aunque no había sol y las nubes eran oscuras, todo resplandecía antes mis ojos.

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