lunes, junio 26, 2006

Taller 5

Martha piensa que tengo mucha fluidez y también que cuido bien mis puntos y comas.Ojalá tuviera también buenas ideas. De política no se puede hablar en el taller. Lástima con lo que me gusta. En fin, en México al parecer no estamos preparados para ciertos temas.

Del mandil al cuchillo

Pedro Jacobo Gutiérrez Gómez era su nombre completo. A los hombres les decía que se llamaba Pedro para parecer más sencillo. A las mujeres les daba su otro nombre: Jacobo, éste le parecía menos común y, por lo tanto, interesante. Muchas de ellas le habían preguntado por que se llamaba así a lo que contaba la historia de su bisabuelo: un judío de apellido Ibramstein a quien el no conoció pero según su padre, era un viejo muy bueno. Por eso le pusieron como él. Ese apellido le perteneció a su abuela y luego a su madre, después se perdió pero Jacobo conservaba aún la nariz recta y la mirada cautivadora de esa familia. A las mujeres les parecía una historia impresionante, sobre todo tratándose de las de Tres Cruces, ese pequeño pueblo en donde todo era común y las únicas historias diferentes sólo ocurrían en las telenovelas; por eso se inquietaron tanto al descubrir la llegada de Jacobo a la carnicería.

Detrás del mandil de carnicero, hecho de plástico duro, rojo, casi siempre sucio pero nunca asqueroso, se encontraba Pedro Jacobo. De siete de la mañana a las seis de la tarde siempre se encontraba tras él; tenía un horario largo pues no había nadie más que atendiera las carnes. Había llegado hace poco más de siete meses y aunque en los pueblos todo parece ocurrir despacio, la noticia de su llegada se corrió de la noche a la mañana. Pronto ese negocio que apenas sobrevivía se convirtió en un mercado importante, ahora la gran mayoría de las consumidoras acudía ahí para hacer sus compras. Y no era para menos, Pedro, o Jacobo según el caso, era un hombre bien parecido, que con sus casi cuarenta años resultaba la envidia para cualquier otro por su suerte con las hembras. Pero no era simple suerte el que las mujeres se fijaran en el, era sobre todo su capacidad para hacerlas sentir atendidas, su caballerosidad ya en desuso con los otros de su género, su pulcritud para vestir, siempre de camisa blanca, con zapatos bien lustrados al salir de trabajar. Tenía un bigote delgado y bien recortado que le daba una presencia muy masculina. Su voz…esa era su arma favorita, la sabía usar a la perfección; tanto para alagar a las clientas como para dar puntos de vista, de algo le servían sus añitos en la calle yendo de arriba para abajo, realizando infinidad de actividades; de todo sabía dar una opinión y los hombres que lo conocían, aunque al principio desconfiaran un poco, al final siempre se hacían sus amigos.

A los pocos días de su llegada la esposa del dueño del mercado le presentó a una sobrina suya, pensó que este era un buen hombre para que ella se casara pero para Pedro siempre había sido su sueño ser el señor de un harem y tener diez o quince mujeres, ahora estaba cerca de conseguirlo pero sabía, por experiencia, que una mujer celosa era la peor arma en su contra. Por ello se mantuvo al margen de todas aquellas mujeres que, aunque bellas, representaran matrimonio o familia. Pronto las mujeres grandes se percataron y comenzaron a realizar otra labor: mantener a sus jovencitas a salvo de este lobo pues se percibía su pasión por las hembras.
No paso lo mismo con las mujeres adultas, las que ya habían sido casadas, las que tenían a sus esposos en los Estados Unidos y hasta las viudas, quienes sabían muy bien del juego de Jacobo. Ellas eran las que iban a buscarle y convirtieron al mercado “San Luís” en el centro de atención de todo mundo.

Aunque nadie lo sabía Pedro Jacobo siempre llevaba consigo un hermoso cuchillo de mango rojo con líneas doradas. Era su sombra y Pedro, hiciera lo que hiciera, siempre estaba conciente de donde se encontraba. Tenía una relación tan profunda con el cuchillo que, a veces, se desahogaba hablando con el, como si fuese su confidente. El cuchillo de Pedro era filoso y el de Jacobo, además, bastante inquieto e impetuoso. En el estaba el pasado de Pedro y, aunque el no lo supiera, también su porvenir.

Ya por la tarde, cuando Pedro pensaba en dejar de despachar y se apresuraba a guardar todo en su lugar, se acercó a la máquina de cortes, era una sierra eléctrica, americana, con cubierta de aluminio, con un sello rojo en el cual se podía leer la palabra “Michigan”; prendida casi no hacia ruido, pero al tocarla se podía sentir toda su fuerza. Hacia cortes precisos, sin importar si se trataba se delgados cortes de jamón o gruesos huesos de res. Pedro estaba encantado con ella y con su cada vez mayor destreza aprovechaba la ocasión para sacarle jugo a tan precioso aparato. Cuando Pedro se encontraba agachado, recogiendo un cubo con agua y trapos de limpieza, escucho una voz:
-¡Hola, Jacobo! ¿Todavía estas aquí?-era Teresita que había regresado.
-Sólo para las guapas-le contestó- ¿en que te puedo servir?
-Pues regresé por lo que te había dicho: Un poquito de carne para la cena.
-¿Y que es lo que quieres llevar, preciosa?
- Nomás poquito filete de res, se me antojo para hacerlo con papas ¿me das cuarenta pesos, por favor?
Pedro sabiendo que Teresita lo observaba con mucha atención hizo sus movimientos con energía, remarcando cada uno de ellos y, mientras tanto, a Teresita se le iban los ojos mirando aquellos brazos de Jacobo, quien con sus mangas remangadas dejaba ver lo fuertes que eran.
-Aquí tienes Teresita…oye, y a poco vas a cocinar para ti sola.
-Pues que más, mi viejo esta muy lejos y no tengo a nadie acá.
-Si me invitaras con gusto te acompañaría, ahora ya me entro curiosidad de ver como cocinas.
-Teresita se sonrojo y volteo a los lados para saber si alguien los estaba escuchando, al percatarse que nadie estaba cerca, contestó:
-¡Ándale, pues! A las ocho y media ahí te espero.
De inmediato se dio media vuelta y salió del lugar, ella misma tenía medio de arrepentirse de lo que había dicho pero las ganas le ganaron a cualquier otra posibilidad.

1 comentario:

Claudia X dijo...

Ey! Se esta construyendo toda una novela alrededor del carnicero, te voy a mandar por email la parte que hice ok?