martes, marzo 06, 2007

La Ruta de los sueños XXIV

Clases de Dibujo en la Fuerwache

En la siguiente clase de dibujo presenté el trabajo que me habían encargado: el dibujo de la calabaza, ejercicio me pareció bastante difícil pues la calabaza en cuestión no tenía forma ni manera de hallársela. Afortunadamente al maestro le gustó el resultado más que a mí y me dijo que ahora me iba a poner a hacer algunos ejercicios en acuarela. Yo encantado los hice, aunque desafortunadamente no salió nada que valiese la pena, más bien salieron algunos dibujos que me daban pena; el maestro dijo que era normal que al principio no se conociera la técnica y que la pintura de agua era lo más difícil, así que me dejó la tarea de hacer un dibujo o boceto con un paisaje o dibujo de mi lugar de origen. Con él me enseñaría a utilizar el acrílico en la próxima clase. Dibujé entonces un boceto en el que una mujer, un niño y un burro caminaban sobre un camino polvoriento, regresando con mucho mandado desde otro pueblo que en perspectiva se veía a lo lejos y dirigiéndose hacia unas chozas en el extremo izquierdo. El niño llevaba sombrero de paja y pantalones blancos; la madre iba con vestido de colores, predominando el rosa y el burro iba cargado. El cerro por donde cruzaba el camino era una pequeña montaña pelona, nomás de tierra y piedras, sólo dos árboles en la punta. La novedad para mi era que el cielo lo pinté de verde, los árboles en rojo y las lomas naranjas. Según yo, de esta manera representaba a México: con los colores representaba lo surrealista del país donde he nacido; con los personajes del dibujo caminando sobre un camino reseco y trayendo su mandado quise interpretar lo dura que puede ser la vida en él; y, con las lomas llenas de color quise describir que en México si hay porvenir, pero está lejos del alcance de muchos. Bueno, queda claro que quise hacer mucho y ahí estuvo mi error, un principiante como yo debe ir avanzando poco a poco, con ejercicios sencillos cada vez más complejos hasta sentirse seguro de hacer cualquier cosa. De poco sirvió una majestuosa composición que a todos les gustó sí prácticamente la arruiné al aplicarle los colores. No quedo del todo mal, pero en conjunto, salvo algunos detalles, no valía la pena para mostrarla. Lo bueno es que estoy aprendiendo muchas cosas. Lo mejor es que en la clase siguiente el maestro nos mostraría como se hacen los grabados e íbamos a hacer algunos para aprender. Eso sonaba bien, sobre todo porque yo tenía preparada una sorpresa para llevarla al taller, no cabe duda, cuando a uno le toca…

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