domingo, marzo 25, 2007

Ajuste:

Desde hace unos días lo he estado pensando y he llegado a una conclusión, el poeta desterrado cambiará de nombre, seguirá siendo un portavoz de ideas y pensamientos pero no con el nombre de “desterrado”, porque creo que esa es una palabra muy fuerte, pesada, que arrastra, que necesariamente implica a un tercero aplicando el castigo, no tanto como yo lo quería ver respecto a la distancia entre el y la tierra en que vive. El destierro es el resultado de un pecado cometido, algo que no recae sobre este personaje, ni encaja con su propósito de ser libre, de ir y venir opinando. Con ese nombre lo siento perseguido o escapando. En vista de lo anterior, he decidido cambiarle el nombre y darle uno que no lo culpe ni castigue de antemano, uno con el que pueda seguir siendo libre, con el que pueda elevarse pero también estar aquí, entre nosotros. Porque ama esta tierra y siempre quiere volver a ella. Por eso a partir de ahora será “El Poeta Desatado”.

Creo que ese en un nombre apropiado; así, al no tener ataduras, podrá seguir con sus locuras. Será un personaje desencadenado, libre de una tierra o alguna filosofía y de las cosas de esas a las que haya que seguir sin poder el mismo decidir.
Podrá ser el que siempre quise ser: un ser que sienta, piense y juzgue, un ser que viva dentro de mí y que a veces no me deje dormir al contarme cosas simples. ¿Y por qué no? También algunas tristes.

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