viernes, enero 05, 2007

La Ruta de los Sueños XVI



Das Neujahr: 20 07: El Año nuevo
El último día del año había llegado y yo estaba en un viejo castillo feudal del sur de Alemania, una propiedad que perteneció a un hombre muy rico del medioevo, de apellido van Lohra, de ahí el nombre del lugar, quien usaba al castillo como centro administrativo y de almacenaje para todas las cosechas que tenía en los alrededores. Pero ni mi novia ni yo teníamos ganas de mover un dedo, afuera hacía mucho frío y ahora que se había derretido la nieve todo estaba hecho un lodazal, aunque los caminos tenían grava se tenía que andar uno con cuidado de no meter la pata en algún zoquete, por eso mejor nos la pasamos tirados, encobijados, aislados del frío, casi casi invernando como los osos, de hecho fuimos osos y muchas cosas más, ya que cuando uno sueña de más, cuando duerme de ocio, se sueñan cosas o fantásticas o espeluznantes, pero siempre exageradas, tal como nos paso a nosotros ese día de parpados cansados. Durante el día comimos cualquier cosa, el chiste era no salir de la cama y por la tarde, ya después del oscurecer, porque aquí oscurece muy temprano (apenas pasadas la cuatro ya esta oscuro), nos levantamos para ir a cenar, la cena consistió en unas bolitas de harina de papá, una especia de albóndigas rellenas de carne molida, se llaman gnocci y son, como el espagueti, de origen italiano, estaban muy ricas pero sobre todo llenadoras; cada quien comía lo que se había guisado, en cada mesa cada grupo comía algo diferente y cuando hubimos terminado, todos nos reunimos en una mesa y comenzamos a charlar y a tomar algún licor. Yo sólo tomé cerveza, la resaca de las noches anteriores ahora me hacía ser más precavido. Después de platicar un rato con mi novia y luego con otras personas que también hablan un poco de inglés, descubrí que ahí estaba la madre de la niña con la que antes había platicado, una mujer alemana de unos cuarenta y dos años de edad, que se llama Lena, ella vivió en Ecuador donde creció su hija, me dijo que ella había estudiado leyes y que había trabajado en muchos países para Amnistía Internacional, entre los que me contó recuerdo que dijo haber estado en Perú, Bolivia, Cuba, Costa Rica y el Reino Unido, aunque me comentó que nunca estuvo en México. Me dijo que ahora se dedica a cuidar a sus hijos, que abandonó la carrera porque quería dedicarse a formar una familia y tampoco la profesión le resultó tan satisfactoria, coincidimos en que el mundo de los abogados es un mundo muy cerrado, en el que la gente tiene una manera muy particular de vivir la vida, entre burocracia y favoritismos, en el cual cuesta mucho desenvolverse cuando se quiere tener una vida más abierta y con experiencias de vida más que de oficina. Mientras ella me contaba todo esto fui notando un poco de amargura en sus palabras y también un poco de aire retador, sentí que ella estaba tratando de descifrar el laberinto de mi vida para poder emitir un juicio sobre mí o, en dado caso, saber si yo pretendía o podía hacer más cosas que ella. Me cuestionó acerca de mis planes para el futuro y sobre mis perspectivas de este viaje, no me resultó nada cómodo tener que dar explicaciones a una desconocida pero lo tomé como una prueba pues sin duda era una persona inteligente, le conté más o menos cuales son mis futuras intenciones hasta que la aburrí, entonces la plática tuvo un segundo aire cuando le comencé a hablar acerca de mis impresiones sobre Alemania hasta este momento, sin duda el tema le interesó y abrió los ojos. Para empezar le dije a Alemania, como a los alemanes, no se les puede conocer a la primera, por lo general en la primera impresión resultan fríos y hasta indiferentes, a veces, hasta malas caras se pueden ver, sin embargo, tan pronto se entra en confianza esa indiferencia se convierte en entendimiento y comprensión, tratando siempre de saber cómo está el otro y haciendo lo posible porque este bien, no he visto un alemán al que le cueste trabajo ayudar, lo difícil es que sepa que se necesita ayuda. También le comenté que en principio tanto la indiferencia como las malas caras me preocupaban pues pensaba que era a mí en particular, por ser extranjero o, tal vez, hasta por ser moreno que me trataban así, sin embargo, muy pronto comprendí que ese mismo comportamiento lo tienen para todo mundo y por supuesto se da entre ellos mismos. Entonces le dije que comprendí que si en verdad a algunos les pudiese no simpatizar era poco lo que podían hacer, había descubierto que el alemán era un pueblo que no tenía mucha unión, a lo que ella me dijo, que era cierto, que aún no la tenían.
Entonces me comentó un poco acerca de las diferencias entre la gente del este de Alemania, que venían de cincuenta años de comunismo, y de los alemanes del oeste, me dijo que la mayoría de la gente del este era menos materialista que los del lado oeste, quienes vivían en continua competencia por tener más dinero o cosas más nuevas y que ellos miraban a los del este con un poco de desprecio por ser menos ambiciosos y por emigrar al este y quitarles los trabajos. Que los del este son más hogareños y procuran más a sus familias mientras que los del oeste desde jóvenes dejan el hogar y viven solos casi siempre pues, además, no se quieren casar ¿Dónde habré oído yo eso antes? Y remató con algo que les pasa a los alemanes de hoy, pero que yo sé que pasa en todos lados. El precio a pagar por llevar vidas modernas y productivas es vivir solos y con familias desunidas. Después volví a charlar con Cali, el físico de la noche anterior, con el tuve una plática podría decir más agradable, hasta optimista, con el platiqué acerca de mí país, ya que el estuvo ahí de paseo y le interesaba mucho saber porque México tuvo un emperador austríaco, le conté casi todo lo que sé de Maximiliano, Carlota y Napoleón III. Pero sobre todo de la férrea defensa del país por parte de Juárez y su gobierno de laicos, quienes, aunque salvaron al país de una monarquía y del catolicismo voraz, lo dejaron profundamente comprometido con los Estados Unidos. Entonces la charla aún mejoro pues el tema se internacionalizó y platicamos acerca de lo que son los Estados Unidos para mí país y donde quedan todos los demás países latinoamericanos con relación a México. Para empezar le dije que desde mi punto de vista México actualmente, y como siempre, se encuentra atascado en el lodazal que hacen los Estados Unidos. En México desafortunadamente hay mucha gente esperanzada a que los Estados Unidos nos ayude con acuerdos migratorios o con alguna especie de Plan Marshall pero yo considero que esto nunca sucederá pues a los E.U. sólo les interesa lo que a ellos les conviene y no por otras razones; todo los que aducen respecto a la democracia y a la libertad no es más que el camuflaje de sus verdaderas e interesadas intensiones.
Le dije que Estados Unidos siempre había mantenido a México bajo control, explotándolo de la manera que les costase menos trabajo aunque eso significara darle algunas libertades, pero de cualquier manera siempre a su favor y que yo creo que nunca va a cambiar esa manera de manejar a México, ni le convenía que mi país pudiese desarrollarse y que si en determinado momento se disponían a ayudar sería cuando en ese país se hubiesen arreglado sus propios problemas, como lo de la pobreza creciente al interior de esa nación y los tantos líos con el exterior de los cuales tardaran un buen rato en salir.
Afortunadamente cambiamos el tema una vez más, pues ya empezaba a sentir impotencia por la situación en Norteamérica, entonces el tema fue Europa, pero hablar de Europa es forzosamente hablar de la Unión Europea, ese conjunto de países que ahora trabajan por crear una unión que evite que haya guerras y disparidad entre sus miembros; Cali me dijo que aún faltaba mucho camino que recorrer pues existen grupos políticos que se oponen a la unificación total, sin embargo, por el momento todos ya gozan de los beneficios de una lucha que ha durado cientos de años, sí, porque según el, desde la antigüedad, las guerras siempre habían buscado unir a Europa, pero el método siempre fue el equivocado: por la fuerza; desde Carlomagno a Napoleón, con reyes y papas entre ellos, todos querían el poder y hacer de Europa un gran país, afortunadamente ahora por medio de la razón y el acuerdo mutuo se está logrando. Yo opino que sin duda eso es algo bueno que dejo la guerra fría, pues al verse Europa atrapada entre dos grandes potencias se dio cuenta que sólo unida podría salir adelante, de otra manera sería destazada de nuevo y ahora desde afuera. Por el momento la mayoría de los europeos ya gozan de fronteras libres y de libertad para trabajar donde ellos deseen y a algunos, curiosamente, con eso les basta para no salir de casa.
Cerca de la media noche todo mundo se preparó para salir a ver los fuegos artificiales que algunos habían traído a montones, de pronto, en el otro lado del castillo comenzaron las explosiones, también en el pueblo que esta bajo la colina y las luces iluminaron la noche con todos los colores y por todos lados. Comenzaron también las felicitaciones: “¡Frohes Neues Jahr!”, me dijeron, “¡Happy New Year!”, también y yo dije ¡Feliz Año Nuevo! a todos por igual.
A mi en lo particular me parece que el año nuevo es una celebración superflua, celebrar algo que sólo existe en nuestras mentes, es solo un cambio administrativo, después de la media noche seguimos exactamente igual que antes, siempre me quedo esperando el momento exacto para sentir el cambio de año pero este no se siente, no se siente nada y casi me da risa ver la cara de las personas que antes de festejar siempre voltean a ver la cara de los otros buscando la aprobación para empezar a celebrar.
De cualquier manera me queda el bonito recuerdo de haber conocido a gente agradable e inteligente con quienes puede platicar y los recuerdo después con una pronunciada sonrisa en la boca, encendiendo fuegos artificiales y viéndolos encenderse con las miradas llenas de luz.

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