lunes, abril 30, 2007

Un viejo que leía novelas de Amor


Esta novela me fue llevando poco a poco al corazón de la selva, al grado que pude sentir el agua escurriendo por todo mi cuerpo y la hierba humedecida rozándome el cuello. Sentí el miedo del viejo, cuando la historia subía y subía de intensidad; y en las últimas páginas, cuando esperaba un final heroíco, me hizo estallar en llanto al hacerme sentir con desconsuelo: ¡Malditos humanos, somos una porquería!