domingo, abril 08, 2007

La ruta de los Sueños XXVIII

Iglesia de Loreta
Tan pronto me encaminé a la puerta de la iglesia, me di cuenta de que tenía que pagar para entrar; el costo: $70 coronas, que son como cincuenta centavos de euro, algo simbólico, en realidad.

Después de pasar el umbral de la entrada, pasé a un pasillo que corre alrededor del jardín central de la iglesia, el cual, se encuentra coronado con bóvedas que tienen motivos religiosos, casi todos sobre la virgen María y el niño Jesús. Caminando alrededor del pequeño patio central, fui apreciando una serie de confesionarios de madera artesanalmente trabajada que se encuentran incrustados en la pared y las pinturas de diferentes santos que están entre cada uno de estos. Al frente de la entrada, pero en el otro extremo, se encuentran dos capillas, a la primera llegué al dar la vuelta al fondo del pasillo, es grande, bellamente decorada en color dorado, con figuras de santos y frescos en paredes y techos, todas rematadas con detalles en oro, que deslumbran a la vista. Al frente de las bancas había una virgen dorada, creo que bañada en oro y, al lado, se encontraba un guía explicando cosas a un grupo de turistas en un idioma que me resultó incomprensible, volteé al techo y descubrí que tras de mí se encontraba un enorme órgano decorado de una manera tan lujosa, como no había vista uno nunca antes. La capilla es exquisita y deslumbrante, verdaderamente deslumbrante.
Al salir de la primera capilla, caminé por un pequeño pasillo que me llevó hacia la segunda capilla. Antes pude apreciar una bella fuente coronada de ángeles, fácilmente reconocible su estilo renacentista y en muy buen estado de conservación. La segunda capilla es más pequeña y a todas luces mucho más antigua que la primera, con gruesas paredes decoradas con figuras humanas, al parecer sabios que discuten algo; arriba, casi en el límite de la pared, después de dos gruesas columnas horizontales delicadamente adornadas, se encontraban dos líneas con figurillas de parejas de niños jugueteando. Todas esas figuras parecen ser totalmente independientes de la pared pero, aunque salen de ella, son parte de la misma, están sujetas de los pies y forman una sola pieza. Quienes hicieron ese trabajo realizaron una obra de arte.
Para entrar a esa capilla hay que hacerlo a través de una pequeña puerta arqueada, que denota lo antiguo de la misma. Una vez adentro descubrí una serie de frescos que a pesar de su antigüedad aún se aferran a las paredes, podría decirse vestigios de ellos ya que son apreciables los estragos del paso de los siglos, muchos pedazos de esas pinturas ya han desaparecido. Al frente se encuentra otra virgen, que tiene inscripciones en latín y a la cual se le alcanza a leer algo relativo al imperio bizantino. Por lo que se aprecia está capilla existe desde hace muchos, muchos siglos.
Saliendo de la capilla antigua me encontré con otra fuente, la cual se encuentra sin conservar, con un estilo que me recordó el imperio romano, totalmente enlamada, percudida por el paso de los siglos. Su aspecto negro delata que tiene pegada a ella la historia de cientos de años. También, en sus despostillamientos, se aprecia que fue golpeada por el paso del tiempo y sus acontecimientos, solo ella misma puede saber por qué o por quién.
Como en ese lugar no se permite tomar fotografías, intenté hacer en la libreta universitaria que siempre me acompaña, un bosquejo de la estructura de la iglesia, sin embargo, el aire era muy helado entonces, tanto que tuve que reconocer que dibujar con las manos heladas no es lo mío; no es fácil de hacer, mis manos no responden igual.
Continué mi recorrido ahora por el lado este de la iglesia, siguiendo el sentido de las manecillas del reloj, sobre el pasillo hay más bóvedas con frescos y confesionarios incrustados en la pared, en una de las esquinas se encuentra la figura de una virgen a la cual le han prendido velas. Me doy cuenta entonces de que en una época del año muchas personas hacen peregrinaciones hasta aquí viniendo desde lugares como España, Italia o Francia; más adelante me encontré con una escalinata que lleva a la planta alta, desde allá se puede apreciar todo el esplendor de la parroquia. Ahí descubrí también una sala en la cual se exhiben joyas de la corona checa de diferentes épocas; grandes piezas de oro con brillantes de todos tipos y de gran tamaño las adornan. También vi prendas de antiguos religiosos, se aprecia que muchos obispos y cardenales pasaron por ahí. Al costado vendían recuerdos del lugar, compré un rosario de madera de roble para mi abuela, el no haberme despedido de ella antes de venirme me remordió la conciencia.
Al bajar, fui viendo las pinturas de las personalidades que se encuentran en las paredes, creo que por los trajes que llevaban se trata de personas de la realeza que ayudaron a la iglesia; más adelante se encuentra un cristo de madera crucificado que aunque es musculoso muestra claramente su sufrimiento; sus carnes desgarradas lo hacen lucir impactante, yo nunca he entendido bien porque se le muestra así, en martirio eterno. Creo que los humanos somos un poco como demonios a quienes complace el sufrimiento de los demás, cuanto más si es divino.
Cuando salí a la calle, me paré enfrente para apreciar la vista de la iglesia desde afuera. Estaba viendo sus tres torres, su campanario y, justo entonces, comenzaron a sonar las campanas, emitiendo un sonido que timbraba en mis oídos con dulzura, sin duda esa era una mañana mágica.
Aunque no soy creyente y las cosas de la iglesia me generan desconfianza, la impresión del lugar y las cosas que vi en él me durara por mucho tiempo y el recuerdo, para siempre. Creo que esos lujosos legados de otros tiempos, generados con el sacrificio de muchas personas, es algo que los humanos debemos salvaguardar para que no haya ya necesidad de tener que hacer más.

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