jueves, septiembre 14, 2006

Taller 7

En las últimas sesiones del Taller Literario, Martha Parada nos comentó que los escritos tienen diferentes tiempos. El orden era más o menos así: Que el primero se da cuando los escribimos, el segundo cuando los leemos para nosotros mismos, el tercero cuando los leemos para otros, el cuarto cuando los lee otra persona y el quinto cuando se publican.
También, en algún taller anterior, hicimos preguntas acerca de algo que no sabíamos que era y que resultó ser un digresión, que viene a ser aquella cápsula que se da dentro de un texto, que puede ser una explicación de algo de lo que se está hablando.

Quiero pensar que es algo así como:

Cuando el barco zarpo, cruzo la línea que siguen las ballenas en el invierno, y se interno en el Océano Pacífico. Porque cada año las ballenas siguen una ruta hacia el sur para pasar ahí el invierno y escapar del frio de los polos donde ellas viven el resto del año. Entonces, el barco de nuestra historia, atravesó esta línea imaginaria y de dirigió hacia…

Y por otro lado, existen las disgresiones, que son las aquellas partes del texto que se separan del principal.

A lo cual he entendido que se da cuando pasa algo así:

…entonces la señorita Estela se encontró con Rosaura, la muchacha que venía del pueblo. Rosaura era una linda muchacha que recién había llegado de su pueblo y a la cual cuando estaba pequeña le paso que sus papás la abandonaron y la dejaron en una canasta. Entonces la recogió una señora muy buena y la crió y la educó, es más, su nombre original no se sabe cual era porque esta señora la bautizó. Con ella vivió hasta que….

Así mismo, en otra de las sesiones nos indicó que es lo que se debe de hacer en literatura; entre las cosas que al respecto pude retener están las siguientes:

• La literatura no debe decir el porque de lo que se esta haciendo, sino únicamente dar las razones humanas. Las razones de porque las cosas pasan de cierta manera;
• No se debe enjuiciar a los personajes;
• El narrador debe de entender las razones del otro, entender cuales son sus condiciones.

Siendo esta la séptima edición de serie de ejercicios del taller de literatura, he decidido, a pesar de que aún no hemos revisado el anterior, dar fin a la historia del carnicero, creo que como ejercicio de ambientación ya me ha dejado satisfecho y la historia quiero cerrarla de manera intensa, antes de que termine por asquearme o fastidiarme, además de que tengo otras muchas cosas en mente sobre las que quiero escribir, por lo tanto este será el ejercicio final de esta serie, al cual titularé:

El verdadero carnicero

Cuando Teresita había pedido a Jacobo una explicación de su comportamiento no había recibido respuesta, ¿Porqué habría de recibirla ahora que se encontraba atada a una silla, sobre una tarima, adentro de la carnicería? Regresar al lugar en donde se conoció a alguna pareja por lo regular es un acto romántico. Nadie puede saber que significaba para Jacobo, pero para Teresita era un acto aterrador.
Cuando salieron de la casa de Teresita, Jacobo la llevaba sujeta de los brazos, Teresita todavía no había sido apoderada por el pánico que sintió después, cuando entraron a la carnicería en medio de una completa oscuridad. Entonces Jacobo parecía atrevido, en cierto aspecto muy varonil, Teresita trataba de ver aquello de una forma excitante, pensaba que Jacobo simplemente estaba actuando para sorprenderla de una manera original.
No fue hasta que se toparon con el joven vecino Ezequiel que se dio cuenta de que aquel no era para nada el Jacobo al que había estado conociendo. No pudo ni gritar mientras Jacobo disponía de Ezequiel, sobre todo después de que escuchó lo que escuchó y de que vio lo que vio.
Habían caminado sobre la orilla del arroyo alrededor de unos ciento cincuenta metros cuando alguien les gritó desde atrás. Era Ezequiel que al verlos caminar de manera sospechosa los siguió y, cuando reconoció a Teresita, decidió intervenir. Jacobo nunca intentó disimular la escena, al contrario, desde el primer momento se mostró desafiante ante la intromisión. Ezequiel intentó hablar con Teresita para saber si todo estaba bien, pero Teresita, que había escuchado a Jacobo decirle susurrando al oído que si decía una sola palabra los descuartizaría a los dos juntos y nadie sabría cuales partes eran de cada cual, se horrorizó y entro en estado de shock. Jacobo, al verse descubierto, le dijo a Ezequiel con la voz más tranquila que encontró entre su repertorio, haciéndolo en verdad bien, que esta había sido un problema entre Teresita y el, pero que ante su intromisión, ahora se veía obligado a pedirle un favor. Cuando Ezequiel le preguntó acerca de que se trataba, Jacobo le contestó que necesitaba saber cual de las partes quería que mandará a su casa, porque lo partiría en cuatro partes y cada una de ellas las enviaría a diferente lugar. Cuando Ezequiel escucho esto se paralizó, un escalofrío recorrió su espalda y trato dar con alguna idea en su cerebro: que debía de hacer se preguntó pero nada se le ocurría. Jacobo ya estudiaba la manera de acabar con aquella situación tan comprometedora para el y lo hizo sacando de su funda ese precioso cuchillo que siempre llevaba consigo, entre la penumbra era imposible ver gran cosa de él, sólo de vez en vez, resplandecía. Ezequiel tanteó que aún podía huir y pedir ayuda. Pero tanteó mal, apenas dio media vuelta, comenzó a correr y Jacobo saltó sobre el. Quiso gritar, pedir auxilio pero el miedo combinado con la destreza en las manos de Jacobo se lo impidieron. Inútil es describir la manera en que Jacobo hizo que Ezequiel se ahogara en su propia sangre al abrir su garganta. Esas cosas es mejor no imaginarlas.
La oscuridad de la noche y el ruido del agua corriendo en el arroyo cercano sirvieron para que nadie más se percatará de lo que estaba ocurriendo, todo quedo entre ellos tres.
Ya en la carnicería, Jacobo buscó y prendió una vieja lámpara de petróleo. La puso a un metro de distancia de Teresita de manera tal que, la luz llegaba primero a ella que a cualquier otra cosa. Atrás de ella estaba el refrigerador, que aunque no podía ser testigo, sirvió de fondo para que Jacobo poco a poco desgarrara y retirara del cuerpo de Teresita las ligeras ropas que ella llevaba. Una vez que la tuvo desnuda, la comenzó a tocar, su blanca piel se estremecía ante cada movimiento del carnicero. Aunque fueran remedos de caricias, ella sentía que cada roce la desgarraba.
Después la cargo y la recostó sobre el refrigerador. Ahí la ultrajo y, mientras la violaba, pasaba su cuchillo sobre su piel, haciendo finísimos cortes de los cuales destilaban delgados hilillos de sangre que poco a poco fueron cubriendo la cubierta del gran refrigerador blanco. Ella ya no respondía de manera alguna, su conciencia había quedado paralizada mucho tiempo atrás. Su boca, enteipada con una cinta color canela, no podía emitir sonido alguno. La mirada de Teresita se perdió entre las carnes, hígados y costillas que se podían ver a través de los pequeños espacios aún sin sangre del vidrio del refrigerador. Nunca más volvería a probar la carne. No porque le causara asco, sino porque nunca más salió de ahí.

Al siguiente día ese pueblo vivió algo que nunca antes había vivído ni volvería a vivir en su historia. Dos cuerpos humanos fueron encontrados dentro de un refrigerador, completamente destazados y acomodados en sus respectivos lugares, junto a las carnes de cerdo, res y pollo. El pueblo salió del anonimato de la manera más salvaje. Crueles fueron las historias que se contaron en torno a esta historia. A Ezequiel y a Teresita los hicieron amantes y del carnicero, del cual nunca se supo de donde vino ni a donde fue, se dijo poco, algunos pensaron que había sido enviado por el esposo se Teresita para espiarla, pero pocos se fijaron el él. La atención estaba en los supuestos amantes. Todos pensaron que esto les paso por andar de gusgos. Pedro seguramente cruzó la frontera y se perdió entre los miles de mexicanos que viven en el norte. Tal vez el tuvo antes también una esposa o tal vez la tendrá y sin duda algún día pagará por los pecados de Jacobo pero a la gente no le importa eso.

F I N

1 comentario:

Claudia X dijo...

Sabia que era un asesino! Good work!!