jueves, septiembre 07, 2006

Estado del Mundo

Hace unos días sostuve una plática con unos amigos de la escuela, entre las cosas que platicamos surgió el tema de China y su mano de obra. Todos sin excepción opinamos que China era la peste de nuestro tiempo. Yo opiné que no comprendía como el mundo occidental y capitalista podía hacer tratos con un país que competía desigualmente, en el que el opuesto es un Estado y no una iniciativa privada. En donde los hombres son tratados como parte de un sistema y no como personas individuales. Claro que para hablar de esto se necesita saber más al respecto, pero para nadie es un secreto que las condiciones de trabajo en aquel país son inequitativas y hasta abusivas con los trabajadores. Se trabaja por veinticinco centavos de dólar la hora en promedio. Se supone que China es un Estado no sólo socialista, sino comunista, el cual en sus orígenes buscaba equilibrar las diferencias entre las clases sociales, sin embargo, en la actualidad lo que hace es crear más ricos.
Continuamente escucho comentarios acerca de China y sus productos, sobre lo baratos que son y la competencia desleal que estos hacen; he escuchado de un sin fin de empresas que han quebrado debido a que no pueden hacer competencia con ellos; dicen que las empresas chinas están siendo subsidiadas por el gobierno y por ello pueden manejar esos precios, luego, cuando encuentran mercado, aprovechan la barata mano de obra que allá tienen. La verdad es que los productos chinos son baratos. Entonces me surgió una interrogante que me conmovió: ¿Qué pasaría si no existieran los productos chinos? Creo que la globalización ya nos alcanzó a todos y, sin darnos cuenta, a los más pobres primero. Imaginar una vida sin los productos chinos es para mí impensable. Utensilios de la cocina, del jardín, de la oficina, electrónicos, partes de carro ¿Qué no esta hecho en China? Creo que si alguien se propusiera a vivir una vida sin productos chinos estaría metido en serios aprietos, aparte que necesitaría tener un buena cantidad de dinero para llevarlo a cabo. Tal vez deberíamos decir: ¡Bendita China! Porque nos haz dado la oportunidad de tener más por menos. Este es un ejemplo más de que la vida no se puede pensar, en ningún lugar del mundo, sin pensar en los demás países o continentes.
No es el tema del comercio el único que nos debe preocupar respecto al entorno global en que vivimos. Uno de los temas que más preocupa (por lo menos a unos cuantos en el mundo, incluyéndome por cierto) es el de los cambios climáticos que vivimos y que estamos por vivir. Desafortunadamente la población en general parece no percatarse de esto, todos parecen vivir sólo preocupados por el dinero. Tener más es la meta. Y por otro lado, no tener nada es la maldición. La mayoría de la gente tenemos la falsa percepción de que con dinero podemos solucionar todos nuestros males cuando en realidad solo se solucionan problemas particulares, no los generales, muchos menos los de la tierra en que vivimos. Desafortunadamente, por más que le busco, parece que no hay solución a esto. La sociedad esta marcada por el capital; la gente que tiene dinero, por ejemplo, desecha muchas cosas aún útiles, aunque sean recursos no renovables y ni se reciclen, otras veces se da gusto de comprar carros enormes, aunque en verdad no los necesite. Ni siquiera les pasa por la mente lo que contaminaran con ellos. No les cae el veinte que la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma; por cada litro de gasolina que queman sus coches ponen medio kilo de carbono en la atmósfera, en nuestro medio ambiente. Nada más de imaginarme cuantos kilos he puesto yo me entristece. Lo peor es que parece que no se puede hacer nada para cambiar esto. Los gobiernos de casi todos los países están enfrascados en sordidas maneras de hacer más dinero, esa es la meta de casi todos los gobiernos: que las poblaciones tengan más servicios, alimentos, carros, casas, etc…es poco lo que se hace por salvar (o siquiera respetar) a la tierra.
Se necesitaría una generación completa de gente conciente de la naturaleza y la contaminación, que sean capaces de sacrificar algunas comodidades a cambio de una vida y un entorno más saludable, gente que plante un árbol, cambie el auto por una bicicleta, que apague la luz cuando no sea necesaria, que no desperdicie el agua, que no tire aceite de cocinar al fregadero y mucho menos de auto por la alcantarilla, que no tiren basura, que no utilice insecticidas por lo menos en exceso, que no coma animales en peligro de extinción o sobre explotados. Como verán esto es imposible de que ocurra, nuestra sociedad esta compuesta por personas que tienen hambre y no les importan las consecuencias de satisfacerla; que desean autos, casas, aparatos, todo es más importante que el planeta. A veces recuerdo que alguien me dijo: preocúpate por ti, tu haz algo por esas causas que sabes valen la pena y deja a los demás si no quieren hacer nada. Pero es imposible cuando uno se da cuenta de que la tierra no va a resistir tanto, que es cuestión de años para que la vida nunca vuelva a ser igual. Y mientras todo esto se viene sobre nosotros y yo nomás miro, en el mundo, las cosas siguen su ritmo.
La sociedad esta encabezada por gobiernos que a su vez están sustentados por empresas. Estas empresas son las que dan apoyo a los grupos políticos interesados en adquirir el poder. Una vez instaurados los grupos afines, las empresas pueden realizar sus acciones para generar dinero. El objetivo de las empresas es generar dinero, no es hacer un mundo más sano, ni limpiar el medio ambiente, aunque a veces lo hagan. Su objetivo es crear dinero. Para ello las empresas necesitan hacerse de recursos naturales para venderlos o transformarlos para venderlos. Esa es la fuente primaria del dinero. Las demás fuentes son subsecuentes de ésta. Por lo general este método de hacer dinero crea contaminación, aunque sea al transportar los productos. Los gobiernos por su parte están dedicados a realizar las obras que les permitan a las empresas realizar sus fines. Puede ser que los gobiernos manifiesten que esto traerá bien para toda la población pues va a haber derrama económica. Se protegerá al medio ambiente lo más que se pueda pero esto no es lo primordial, al final, si el beneficio económico es suficientemente redituable, entonces se realizarán los proyectos, aunque generen contaminación o menoscabo de la ecología. Uno de los grupos empresariales más fuertes en estos momentos son las empresas que negocian con recursos fósiles: petróleo, gas y sus derivados. Gobiernos enteros trabajan al amparo de las riquezas que generan estas compañías. Arabia Saudita, Venezuela, México, Noruega son ejemplos de esta clase de países en mayor o menor medida. Otros desarrollan la mayoría de sus actividades con estos recursos: Por ejemplo, Estados Unidos, el mayor consumidor del mundo y que, además, por medio de la fuerza obliga a otros países a seguirlo. Algunas otras empresas son las que están conformadas por asociaciones de capital que manejan grandes grupos comerciales o “cadenas”, buen ejemplo de ellas son las denominadas trasnacionales como Walmart, los bancos en general, compañías automotrices, etc. Todos estos grupos también ejercen una fuerza determinante entre los gobiernos debido a su tamaño y capacidad económica. Entre todos manejan las economías de los países. A todos los lugares a los que llegan los hacen marchar tras el mismo fin: generar riqueza.
Generar riqueza no debería ser tan malo, al fin y al cabo, se necesita que alguien tenga dinero para poder dar trabajo a los demás. Todos en algún momento de nuestra vida nos podemos ver en la necesidad de ser trabajadores. Lo que debería ser importante es que esa riqueza no sea el fin principal de la sociedad ya que esto ha dado como resultado en un consumismo voraz, en el que la gente actúa bajo la premisa de “consumir es bueno” cuando al hacerlo estamos consumiendo nuestro mundo. Consumir es eso: consumir, dar fin a algo. Y, aunque sea poco a poco, al final consumiremos todo cuanto hay y no habrá marcha atrás.
Lo malo del orden de la riqueza actual es que los gobiernos, siguiendo los intereses de las empresas (u obedeciéndolos) no realizan acciones serias para transformar la caótica situación, más aún la agravan; hacen guerras, crean conflictos, compiten por tener el control de otros países donde se encuentran estos recursos. Se manejan como unidades de comercio cuando deberían de comportarse como entidades con moral, la moral de la sociedad. Los países chicos o débiles se venden a los grandes, los grandes se venden a las empresas con poder; nadie es ético, solo se disfrazan de ello, dan paliativos a los problemas, a veces ayuda a los pobres pero siempre respaldan a los ricos.
La sociedad actual es una maraña de problemas, unos colgados de otros pero todos unidos, creando una bola de nieve. Hay quienes queremos hacer algo pero no sabemos como. Si echamos un vistazo en nuestra propia comunidad nos encontramos con muchos intereses de por medio. Yo he perdido la esperanza en la sociedad como tal, no creo que se pueda modificar su conducta en la situación actual, se necesitaría de algo mucho más grande que cualquier proyecto humano para hacerlo o tal vez necesita tocar fondo o verse amenazada. En el hombre aún creo a pesar de que cada vez sea más difícil encontrar hombres en quienes confiar; la ambición y la vanidad los están echando a perder. Comenzaré a buscarlos en la cuadra en que vivo.

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