miércoles, mayo 24, 2006

¿Y a nosotros, quién nos come?

Son las cuatro de la mañana, he dormido toda la noche desde muy temprano; esto debido a que ayer tuve mucho trabajo y llegué muerto a casa, el trabajo era pesado, pero para entretenerme mientras lo hacía, me puse a pensar, aunque a veces duela siempre trae algo de provecho. Comencé pensando en toda la gente que había en la calle por la mañana. En toda la gente que siempre veo cuando voy al cine o al mandado. Recordé que hace unos días leí que en el mundo ya somos más de seis mil quinientos millones de personas (6, 500, 000,000); que tan sólo China y la India tienen más de un millón cada uno y que en México ya somos más de cien millones, la estadística mencionaba que la tasa de crecimiento no está en aumento en nuestro país pero yo sé que la de los mexicanos en Estados Unidos si lo está. Creo que es porque ahí esta gran parte de la población en edad reproductiva y le están pasando la cuenta a los Estados Unidos. Ahí la tasa demográfica sí está en aumento. Nunca antes en la historia del planeta había habido tantos seres humanos; por los alrededor de 250 nacimientos por minuto tan sólo hay 100 muertes. Esto quiere decir que seguiremos siendo más cada momento. Entonces aquí viene el punto interesante para mí: sabemos que hasta hace poco tiempo existían miles de hectáreas de árboles más que ahora así como de especies animales. Que el hombre al ir creciendo en número ha venido acabando con ellos, entonces, si la materia no se crea ni se destruye, esto quiere decir que los elementos químicos que constituyeron estas especies de seres vivos terminaron en otro lugar; y si por su lado el hombre esta compuesto de los mismos elementos y su número ha venido creciendo paulatinamente esto quiere decir que muchos de esos elementos químicos han quedado atrapados en el cuerpo de algún ser humano. Que gran parte de los elementos químicos de los que dispone el mundo se encuentran en los seres humanos.
El problema, desde mi punto de vista, viene a hacerse mayor cuando nos damos cuenta de que el ser humano, de manera egoísta, pienso yo, no permite que al morir sus restos entren al ciclo de la naturaleza. ¿Por qué digo esto? Muy sencillo, en primer lugar veamos lo que pasa en la naturaleza, con las plantas por ejemplo, estas son comidas por otros seres vivos o en su caso, al caer y morir se convierten en abono para otras plantas; los animales pasan a ser alimento para otros animales pero el ser humano no, en nuestra cultura, por ejemplo, el ser humano pasa a ser prácticamente empaquetado y guardado en ataúdes por mucho tiempo o en algunos (no pocos, por todos los que somos) otros son incinerados, situación que aunque libera los elementos en la naturaleza los convierte en contaminación por el momento, no sé por cuanto tiempo, tal vez por siempre. Qué tenemos con esto, que el ser humano está acaparando una gran cantidad de elementos químicos del ciclo natural que son necesarios para el equilibrio del planeta y que por sus hábitos o costumbres no está ni siquiera permitiendo que al morir estos se unan al ciclo, sino que está sacándolos del mencionado ciclo por lo que pienso que la destrucción de la naturaleza se está multiplicando por diferentes y peligrosas vías. Peligrosas para el mundo y los seres vivos y, consecuentemente, para nosotros.
Ahora, si la naturaleza no nos dio un predador natural que ayudase a mantener nuestros números demográficos en orden, pues aunque nos diese miedo, creo que sería mejor a que al final nos terminásemos comiendo unos a otros (como ya está ocurriendo) y si estamos creciendo de manera desmesurada, creo que lo menos que podemos hacer para ayudar al mundo es devolverle todos sus recursos y no llevárnoslos a la tumba que es donde menos provecho tienen.
No podemos seguir así, espero que por lo menos al morir a mí me hagan abono para las plantas, pues no me interesa lo que pase con mi cuerpo sino sólo lo que hice con el cuando estuve vivo.
Tal vez lo cuidé, tal vez fui a muchos lugares, tal vez hice muchas cosas, esos es algo que sólo en vida pude disfrutar, no después de mi muerte.
Y si hay quienes me estiman y les gustaría conservar mi cuerpo para demostrar cuanto me quieren, por favor, les pido que me quieran ahora que estoy vivo, ahora que me pueden invitar un café o comprar unos zapatos, después sería inútil cualquier cosa para mí.
Después quiero ser libre para poder unirme a la gran sinfonía que es la naturaleza donde todo se mueve perfecto.

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