viernes, agosto 30, 2013

Despedida de cuerpo ausente

...y llegó la despedida de tu parte material,
la parte que busqué y seguiría buscando mientras pueda caminar.

Todo a tí te lo debo, no hay nada con que pueda tu esfuerzo saldar.

Me diste lo que pocos reciben
y eso no es solo la vida, eso es fácil de dar.
Lo que me diste fue seguridad. 
Libraste mi camino de miedos,
de incertidumbres y ataduras al pasado.
¡Me diste Libertad!

Me alimentaste con recetas que recortabas de revistas,
me cubriste por las noches.
Te levantaste a calentarme algo de tomar.
Me despejasté el camino para que pudiera volar.

Y caminando frente a mí, me enseñasté mi destino,
a lo que me tenía que enfrentar.
Vivimos tristezas, también abandono;
incomprensión, menosprecios y sueños sin cumplir.

Sufrimos un poco pero la pasamos bien.
Reímos, lloramos y fuimos al cine.
Nos tiramos en la playa y vimos nubes pasar.

También discutimos y nos enojamos.
¡Y qué!
La vida también es para batallar y aprender a perdonar.

Y ahora, cuando tenemos que despedirnos,
yo admito mi responsabilidad.

Pues me he dado cuenta que si Dios te envió para cuidarme,
la vida que me has dado debe valer aún más.

Y no dejaré que sea en vano;
te voy a volver a ver, y será mi turno guiarte,
tenderte la mano, quererte y cuidarte;
para que seas feliz y rías en mis brazos.

Y aun si Dios me ofrece el paraiso,
no lo aceptaré si quienes amo no van a mi lado.

No creo en el cuerpo después de la muerte,
éste es sólo polvo y se disolverá.
No es convicción mía,
la vida me lo ha enseñado así una y otra vez ya.

Lo que importa está en el alma.
Y si tú, en sueños has venido a abrazarme
y en mí te has fundido,
hay poco más que pudiera yo desear.

Cada mañana pienso en tí.
En cada meditación, estás ahí.

Cada cosa que hago lleva tu nombre
y vivo agradeciéndote la vida Rosa Isela Madre.

Y rezaré por tí cada día antes de irme a dormir.
Amén y así será.

 




  

jueves, julio 25, 2013

MADRE SOLO HAY UNA

Tu vida no ha sido en vano pues nos has dejado de pie;
El paraiso ha sido y será siempre bajo tus pies.
Tu eres mi roca, mi montaña, mi fortaleza y fe.

La vida retoña de tus bendiciones y como tú
yo aprendo a ser padre y madre a la vez.
Parto con una maleta llena de recuerdos;
te meto en mis bolsas, te meto en mi vientre,
mi corazón está lleno de tí hasta radiar.

Viniste con Cáncer, y te has ido en Cáncer,
cerraste tu ciclo y me dejas en paz.

Cada que miro la Luna veo en ella un cangrejo
que me recuerda como me contabas cuentos de liebres y hombres al fuego; yo sólo te veo a tí en ese reflejo y la luz que me llega es como si tocaras mi pelo. Tu amor vive en mí y a nadie se lo voy a negar.

TQM

Mi país actual


Qué lástima que mi país está dejando ir a sus ciudadanos más concientes y que los que quedan también piensan en partir. México ha entrado en una era oscura donde pocos piensan en el bien común. He visto demasiado individualismo y ambición. Todo se está convirtiendo en un negocio particular.

Yo les pido a mis amigos y a todos los que queremos a ese país, que se refugien en la meditación y la fe en Dios, cualquiera que sea el camino que Ustedes tengan. Se necesitará de mucha fuerza de voluntad para cambiar la situación.

Dios los bendiga a todos y tengan confianza que la Luz siempre vence. Seamos siempre humildes, sinceros y agradecidos; Dios nos iluminará.

Por mi madre, que es también de Ustedes.

Les mando un fuerte abrazo a todos.

MAMÁ

Voy volando y volando
sobre cielos extensos y blancos
en las manos de Dios me estoy acercando.
Busco darle paz al corazón marchitado
que no sabe de la que me abrió las puertas al mundo
y estuvo siempre en el momento indicado.
Con sus respuestas y palabras de aliento
me mostró como dar el Amor del Universo,
él que tenemos prestado.

Tengo fe y confio
que las cosas que vivimos son la oportunidad para lograr algo.
Ahora rezo y pido volver a verla
y decirle
que su valor y ejemplo siempre me han guiado.
Que el mundo me ha sonreído y dado milagros;
flores y risas y un trabajo honrado.

Avanza el tiempo y lo comprendo,
mi Madre ya ha pasado por todo esto.
¿Será que sigo tus pasos?


Y sí vamos caminando hacia el vacío, yo te digo:
Siempre estarás conmigo.
Y si tienes un momento, escúchame:
No te vayas sin despedirte
Porque te quiero abrazar y estar contigo.

lunes, abril 01, 2013

La Ruta de los Sueños XLVIII


En busca del muro
Bajo de la torre y me pierdo entre los árboles que enmarcan bellos prados de pastos, como si fueran muchos campos de golf separados por altos pinos o, más bien, como si estuviera en un conjunto de jardínes japonéses en medio del bosque. Por aquí y por allá se alcanza a ver y oír la ciudad con su bullicio pero aquí impera la paz y el verdor, atrapados en una ciudad de tres millones de habitantes. Entre los árboles se empieza a ver el domo de la siguiente atracción que quiero visitar. Me parece como si fuera un enorme Gotzilla, pero en lugar de que él se aproxime a mí, él está estático y yo soy el que me acerco; soy tan insignificante que no se piensa mover ni lo logro siquiera inmutar. Ese gigante es la plaza Sony, que es un un complejo de edificios multiusos y centro comercial que alberga cines, galerías y todo tipo de atracciones.

Me impresiona el lugar y todo lo que hiceron con él, pero no es el Berlín actual el que me interesa por el momento, sino el histórico, el que está escondido en pedazos atrás de la fachada de prosperidad; donde hay historias de hombres gallardos, de heróes y villanos; de martires y desalmados, donde la humanidad ha llegado a sus extremos. A donde sólo llegan los santos o aquellos que han entregado su alma a los excesos. 

 

En la esquina de la calle, al otro lado, me topo de pronto con un pedazo del muro. No lo esperaba ver ahí, de acuerdo a mi mapa debería de llegar hasta el “Check Point Charly” para verlo, pero no es así, aquí, en la esquina de Potsdamer Platz y Ebertstraße, me he encontrado con el primer pedazo del Muro de Berlín que he visto en mi vida.

Lo miro y le tomo fotos. Leo los graffitis que hay en él; luego leo un poco de la historia que hay aquí para los turistas y me doy cuenta de que la historia no se puede transmitir en datos históricos. Hace falta ver el lado humano y no sólo los hechos que causaron los eventos y las consecuencias que contrajo. Para poder valorar lo que pasaba en un determinado momento se debe saber como vivieron dicho evento las personas que vivían ahí; las que no sabían lo que pasaba ni porque pasaba o lo que ese momento significaría pero que siempre son las que pagan las consecuencias. Algo así fue lo que apenas días atrás me habían contado al respecto del muro y que a mí me parece fue todo un “Manual para tumbar un Muro”. La historia que oí, es algo que no sabía y que nunca hubiera imaginado. Fueron hechos reales que me emocionaron tanto como si yo mismo los hubiera vívido. Mi novia me contó lo que vivío en esos días, cuando este Muro pasó a ser una atracción turística.
- ¡Cuéntame!
- “…antes de que se diera el cambio, la gente estuvo yendo durante meses cada lunes a manifestarse afuera de las catedrales y en las plazas, presionando para tener más libertad y una mejor vida con más oportunidades. La presión fue subiendo poco a poco y hubo momentos en que en el gobierno ya no se sabía que hacer. Igual entre la gente se tenían dudas de que era lo que se buscaba, algunos querían unirse a la República Federal, que estaba en la parte occidental, pero muchos otros sólo deseaban que el país fuera un país libre donde la gente pudiese hacer y decir lo que le diese la gana. Dicen que hubo un momento en que cientos de personas fueron a la embajada de la Alemania Occidental en Rumania y se brincaron la barda para pedir asilo y como se los dieron, el gobierno de la República Federal los transportó en tren hasta Baviera, abriéndose así una posibilidad que siguieron cientos de personas no sólo en Rumania, sino que posteriormente las embajadas de Varsovia y Praga también fueron usadas para pedir asilo y cada día había más gente exigiendo se les dejase ir a occidente, al punto de que se hacían manifestaciones en la frontera tan a menudo que se volvieron permanentes y fueron tan eficaces que hubo un día que ante la presión de una de esas manifestaciones el gobierno decidió abrir por un rato la frontera y dejar ir a quien quisiera. Cientos de personas no dudaron en aprovechar la oportunidad y se marcharon en el momento, así, sin llevarse nada.

...también hubo personas que decidieron irse e hicieron cualquier cosa por salir de la república comunista, como lo hicieron muchos padres de familia quienes precisamente por tener una familia podían conseguir una visa para salir. Se suponía que era para que salieran ellos solos, pero algunos aprovechaban la oportunidad y escondían esposas e hijos entre las maletas o muebles para jamás volver”.

- Dime, cuéntamelo todo; dime que es lo que recuerdas, que es lo que viviste. No te guardes nada, quiero saber.

Yo quería saber como había sido ese día, si sabían con anterioridad en que fecha se daría la apertura del muro y me sorprendió saber que las cosas no fueron así, sino que nadie sabía nada, solo se sabía que la situación era cada vez más tensa pues la población en general ya se había volcado para lograr un cambio y el gobierno se tambaleaba.

- “...entonces, una mañana al encender la radio, el locutor hablaba confusamente, pues el tampoco sabía que decir exactamente, pero al cabo de unos minutos entendí que a lo que se refería era a que algo había pasado durante la noche y que ya se habían abierto las fronteras y ya todo mundo se podía ir si lo deseaba. Ese día yo viajé en tren de Leipzig a Magdeburg y recuerdo que la estación estaba repleta de gente, al grado que no se podía ni caminar y debí abrirme pasó a empujones para poder llegar hasta mi tren. Ahí también me debí ganar un espacio pues estaba completamente lleno. Recuerdo que cuando estaba abordo me percaté de que la gente de adentro jalaba la puerta para evitar que más personas subieran. Es que aquello estaba a reventar y ya no cabía un alma. Al regresar a casa mi hermana y yo nos fuimos a Berlín Occidental, a bailar en una disco que era lo que los de nuestra edad soñabamos poder hacer.
...mientras viajabamos a Berlín nos percatamos que no solo habían caído las fronteras, sino que además el gobierno de la República Federal les estaba dando a todos los alemanes del este un bono de cien marcos como bienvenida (Algo así como cincuenta dólares – me explica); por lo que todo mundo se volcó sobre los bancos que estuvieron abiertos repartiendo el bono de bienvenida incluso hasta en la noche. Los que deseaban ir a Alemania occidental debían sellar sus pasaportes pero nosotros no fuimos porque en ese momento había tantas personas deseando ir hacia allá que las colas de espera eran enormes, tanto así que la fila de autos desde la frontera alcanzaba los cien kilómetros de largo. Pero eso no era todo, ya que además, lo que quisieran emigrar debían de ingresar a un campo de inmigrantes en el cual se les retenía aproximadamente un mes antes de dejarlos entrar a la Alemania Federal, aunque la situación se fue normalizando rápidamente hasta que el paso se hizo libre para todos”.

Yo no viví todo aquello, más a través de ella de cierta forma lo había vivido también. La abrazo y ese sentimiento de unidad humana nos embarga por un momento; esa sensación no era nuestro amor, eso era amor universal que solo aparece cuando una causa mayor nos inspira a unirnos por igual, sin importar sexo, credo o nacionalidad.

El Libro de las Nubes y una bella letra manuscrita




 


Lo tomé con desconfianza pero con una buena corazanada, la recomendación de leerlo venía de un buen conocedor literario. No sabía que era una bitácora de viaje autobiográfica y al poco de iniciar, lo que parecía un gancho literario con la figura del inombrable me hizo dejarlo abandonado por más de un mes.

Sin embargo, la dedicatoria en manuscrita si la leí varias veces. Cómo sería conocer a un autor en persona, alguien con una gran seguridad en sí mismo como para escribir libros. Ésta era de puño y letra de la autora y, la verdad, la buena caligrafía en las mujeres es algo que me exita. No porque me quiera tirar a una fulana que ni conozco ni jamás he visto en la vida, esa clase de calenturiento no soy. Lo que pasa es que algo me dice que encontraré al amor de mi vida escribiendo muy bonito. ¿Será ese un sueño o una simple fantasia sexual? Si es que así se le puede llamar a eso pues no he oído nunca de alguien que escriba mientras está haciendo el amor, ni con curvas ni ganchos grandes como se interpreta el sexo satisfactorio en grafología, eso simplemente no se hace. De cualquier manera, después de algunas experiencias amororas y sus respectivas decepciones, cada vez creo más que ese es más bien un recuerdo del pasado, de otra vida quizás, de algo que ya no volverá. En nuestros días, importa más que el tamaño de tu laptop sea pequeño y grande él de tu celular, los tipos de letra ya vienen incluídos, no te debes preocupar.

Finalmente un día me encuere y me metí en la bañera con el libro en las manos. No puede parar hasta terminar de leerlo, tres rellenadas de agua caliente después. La inteligencia y sobre todo el valor de la escritora me sostuvo entre sus dedos. El gancho que al principio me había parecido trillado se desvaneció y la historia tomó forma. Las descripciones de ese mundo mágico e imaginario me atraparon; ese Berlín que tengo al alcance de la mano, desde donde tantas veces he escrito subiéndome a esas mismas alfombras mágicas sobre las que la escritora estuvo volando sin saberlo al escribir. Ahora estoy seguro que en Berlín se pueden sintonizar esas frecuencias con superficie de tapiz cuando se escribe.

El relato de Frau Aridjis ha sido ligero al leer pero de profundos mensajes; uno que caló y con el que también concuerdo es en él que dice que nada puede realmente ocultarse o borrarse, y que cuando se intenta, sólo se consigue oscurecerle más. Así pasa cuando uno lee un libro: ya nunca se puede olvidar, y por más libros que leamos después, el recuerdo de él se hará más difuso, pero nunca desaparecerá.

Eso pasará sin duda con „El Libro de las Nubes“. Sé que cada vez que regresé a Berlín o piense en Marzahn me acordaré de esos bancos de niebla y buscaré xolos que me guíen en la oscuridad. Ha sido un placer ver esa parte del mundo con los ojos de una mujer. 


Gracias Yannick, te veo en Franfurt y te llevo tu libro, no estuvo nada mal ;)

domingo, marzo 10, 2013

La Ruta de los Sueños XLVII

Entre árboles jovenes
Mi próximo objetivo brilla en lo alto, sobre las copas de los árboles al suroeste del Reichstag. Es la figura alada de la “Viktoria” que está situada a 60 metros de altura y es a donde quiero subir. Me voy caminando entre un denso follaje de árboles jovenes, en donde todos los sonidos de la ciudad quedan lejos, convertidos en un pequeño bullicio que es díficil reconocer. Los miles de árboles que conforman el Tiergarten, nombre de este enorme parque ubicado en pleno centro histórico, brindan una calma embriagante, que hace díficil pensar que no hubiesen estado aquí desde siempre. Sin embargo, es sabido que al final de la II guerra mundial el parque tuvo que ser reforestado completamente pues no quedó ningún árbol en pie después de los bombardeos aéreos, del fuego de artillería, de los combates con tanques y ametralladoras que significó la invasión aliada, rematando con la miseria que padeció la ciudad después de la capitulación del Tercer Reich, que obligó a los habitantes de la ciudad a sacrificar muchos árboles para hacerse de calor en las chimeneas invernales de la post-guerra. Trato de imaginar el lugar convertido en un arrasado campo de trincheras, completamente lleno de los hoyos dejados por las bombas, como los que he visto en películas de la Gran Guerra, más no puedo reemplazar toda este verdor por desolasión, Oh, mein Gott! ¡Qué terrible es la guerra!
 

A paso lento pero constante veo aparecer poco a poco frente a mí la Columna de la Victoria. Me emociono al pensar que en unos minutos podré ver todo lo que hay en los alrededores desde encima de los árboles. Conforme me acerco se ve cada vez más bonita; le empiezan a brotar colores en los costados que son imagenes en las paredes. 


Tiene una bella silueta y en su original idioma se llama Siegessäule, lo que en el nuestro es Columna de la Victoria; y aunque tiene un gran parecido con la columna de la Independencia de la Ciudad de México, si consideramos su tamaño y antigüedad se debe considerar a la berlínesa como la hermana mayor de la mexicana. Aunque lo cierto es que no tienen relación directa alguna.


En la base de la torre hay figuras de bronce con imagenes de marchas militares, guirnaldas y olivos, y altas banderas en memoria de las victorias sobre franceses y daneses en el siglo XIX. Son los soldados que fueron victoriosos en esas guerras, en las que se formó esta nación, a sangre y fuego como en una de sus mejores epopeyas. 


Pero la gloria de la Siegesäule se encuentra al subir los escalones, donde se pueden apreciar unos relieves con las imagenes de aquellas hazañas en completo colorido. Es un trabajo impresionante, donde puede uno pasar horas decubriendo los detalles que dejaron ahí plasmados con destacable belleza y precisión. Es una trabajo colosal, que solo viéndolo uno con sus propios ojos lo puede dimensionar. 


Pero de aquellas batallas lejanas quedan sólo recuerdos de glorias pasadas en relatos estampados como los que se encuentran aquí en las paredes de esta torre, rodeada del incesante tráfico berlinés; historias que hoy suenan a leyendas de tiempos perdidos, en los que los hombres tenían que demostrar su valía a base de acero y dinamita; cargando contra un enemigo distante que ya ni es enemigo ni es distante, que se diluyó con la modernidad. Ahí se ve a un emperador entregando su espada ante un general prusiano que para llegar ante él tuvo que viajar cientos de kilómetros a lomo de caballo, ataviado de botas y sables; cargando sables, casco y sabra Dios que más en sus alforjas para lograr esa hazaña. El hombre necesita conocer siempre sus límites; sí esos fueron los de ellos, espero nos queda claro y no debamos repetirlos más. Que gusto saber que el paso del tiempo no ha sido en vano, que ahora tenemos el lujo de vivir en paz y libertad. 

Al ir buscando la entrada, me detengo un momento a contemplar los pilares que sostienen aquella mole de piedra y concreto. En la superficie del mármol hay cientos de despistilladuras y perforaciones hechos por los disparos durante la toma de Berlín en el 45. Me obligan a imaginarme como fueron los combates que cuadra por cuadra se fueron dando por estas calles al final de la guerra. Me imagino que estas pocisiones debieron haber sido defendidas por niños metidos en un uniforme, que aquí se agazapan frente a mí, buscando refugio ante la embestida de los salvajes sovieticos, que con cientos de miles de tropas arrememeten contra lo que queda de las defensas alemanas que defienden esta ciudad. Están dispuestos a morir por su causa, para ello han sido adoctrinados, pero deben aprovechar hasta la útima bala, que ya son pocas. Esperan la ocasión para causarle daño al invasor, para vender cara su vida. Las esquirlas rebotan en las paredes hiriendo a algunos de ellos. Allí perdió un ojo, otro, al querer ayudarlo fue alcanzado por una metralla y sacudido hasta embarrarlo en la pared que está atrás de mí. Nadie más se movió, estaban aterrados, empapados en su propio orín. Luego, se oyen botas corriendo por allá/por acá/por aquí...un hombre se para atrás de ellos. No alcanzan a levantar sus fusiles, solo miran que lleva gabardina y una ushanka en la cabeza. Èste, sosteniendo la respiración apreita y sostiene el gatillo de su Błyskawica de 9 mm. Los brazos se sacuden hasta que los tiros se acaban y los cuerpos se pierden entre el polvo. Las conciencias de aquellos cuerpos muertos nunca entienden que tenían que estar haciendo aquí.

Mi dejavú termina y dejo que el ruido del tráfico me regrese a mi realidad. 

Aún reponiendome de las impresiones empiezo a subir a la cúspide hasta que me paró a los pies del aquella bella y esbelta figura alada.

Estoy arriba y mis ojos se llenan de Berlín, me como la ciudad con mi mirada. 



Estar en Berlín me humedece los ojos, siento que ya estuve aquí, pero en esta vida es imposible. Tal vez en otra, no lo sé. Dicen que todo pasa por algo; sin embargo, esto que me pasa no sé porqué esta pasando. Es como si mil almas se arremolinaran alrededor mío y me exigieran que recordara algo,… pero no sé qué.

o tal vez, es la conciencia de los hombres que por aquí han pasado los que me quieren decir algo. Nunca lo sabré, la dimensión para saberlo está cerrada para mí.

Llegué a Berlín al mediodía;
la ciudad no se inmutó ante mi mirada,
Berlín es fuerte, es fría, no me necesita para nada.

Berlín, cuidad de concreto y de cristal,
de espacios amplios hasta donde ya no se alcanza a mirar.
Parece que no tuvieses alma, eres gélida joya tras el vitral.

Tal vez te la han robado, quizas te la han matado.
Has visto desfilar aventureros sin parar,
caras que llegan y vidas que van.
Yo sin conocerte no puedo opinar.

Tan solo llegué hoy al mediodía
y te encontré sumergida en tu frialdad.