lunes, abril 01, 2013

El Libro de las Nubes y una bella letra manuscrita




 


Lo tomé con desconfianza pero con una buena corazanada, la recomendación de leerlo venía de un buen conocedor literario. No sabía que era una bitácora de viaje autobiográfica y al poco de iniciar, lo que parecía un gancho literario con la figura del inombrable me hizo dejarlo abandonado por más de un mes.

Sin embargo, la dedicatoria en manuscrita si la leí varias veces. Cómo sería conocer a un autor en persona, alguien con una gran seguridad en sí mismo como para escribir libros. Ésta era de puño y letra de la autora y, la verdad, la buena caligrafía en las mujeres es algo que me exita. No porque me quiera tirar a una fulana que ni conozco ni jamás he visto en la vida, esa clase de calenturiento no soy. Lo que pasa es que algo me dice que encontraré al amor de mi vida escribiendo muy bonito. ¿Será ese un sueño o una simple fantasia sexual? Si es que así se le puede llamar a eso pues no he oído nunca de alguien que escriba mientras está haciendo el amor, ni con curvas ni ganchos grandes como se interpreta el sexo satisfactorio en grafología, eso simplemente no se hace. De cualquier manera, después de algunas experiencias amororas y sus respectivas decepciones, cada vez creo más que ese es más bien un recuerdo del pasado, de otra vida quizás, de algo que ya no volverá. En nuestros días, importa más que el tamaño de tu laptop sea pequeño y grande él de tu celular, los tipos de letra ya vienen incluídos, no te debes preocupar.

Finalmente un día me encuere y me metí en la bañera con el libro en las manos. No puede parar hasta terminar de leerlo, tres rellenadas de agua caliente después. La inteligencia y sobre todo el valor de la escritora me sostuvo entre sus dedos. El gancho que al principio me había parecido trillado se desvaneció y la historia tomó forma. Las descripciones de ese mundo mágico e imaginario me atraparon; ese Berlín que tengo al alcance de la mano, desde donde tantas veces he escrito subiéndome a esas mismas alfombras mágicas sobre las que la escritora estuvo volando sin saberlo al escribir. Ahora estoy seguro que en Berlín se pueden sintonizar esas frecuencias con superficie de tapiz cuando se escribe.

El relato de Frau Aridjis ha sido ligero al leer pero de profundos mensajes; uno que caló y con el que también concuerdo es en él que dice que nada puede realmente ocultarse o borrarse, y que cuando se intenta, sólo se consigue oscurecerle más. Así pasa cuando uno lee un libro: ya nunca se puede olvidar, y por más libros que leamos después, el recuerdo de él se hará más difuso, pero nunca desaparecerá.

Eso pasará sin duda con „El Libro de las Nubes“. Sé que cada vez que regresé a Berlín o piense en Marzahn me acordaré de esos bancos de niebla y buscaré xolos que me guíen en la oscuridad. Ha sido un placer ver esa parte del mundo con los ojos de una mujer. 


Gracias Yannick, te veo en Franfurt y te llevo tu libro, no estuvo nada mal ;)

No hay comentarios.: