...y llegó la despedida de tu parte material,
la parte que busqué y seguiría buscando mientras pueda caminar.
Todo a tí te lo debo, no hay nada con que pueda tu esfuerzo saldar.
Me diste lo que pocos reciben
y eso no es solo la vida, eso es fácil de dar.
Lo que me diste fue seguridad.
Libraste mi camino de miedos,
de incertidumbres y ataduras al pasado.
¡Me diste Libertad!
Me alimentaste con recetas que recortabas de revistas,
me cubriste por las noches.
Te levantaste a calentarme algo de tomar.
Me despejasté el camino para que pudiera volar.
Y caminando frente a mí, me enseñasté mi destino,
a lo que me tenía que enfrentar.
Vivimos tristezas, también abandono;
incomprensión, menosprecios y sueños sin cumplir.
Sufrimos un poco pero la pasamos bien.
Reímos, lloramos y fuimos al cine.
Nos tiramos en la playa y vimos nubes pasar.
También discutimos y nos enojamos.
¡Y qué!
La vida también es para batallar y aprender a perdonar.
Y ahora, cuando tenemos que despedirnos,
yo admito mi responsabilidad.
Pues me he dado cuenta que si Dios te envió para cuidarme,
la vida que me has dado debe valer aún más.
Y no dejaré que sea en vano;
te voy a volver a ver, y será mi turno guiarte,
tenderte la mano, quererte y cuidarte;
para que seas feliz y rías en mis brazos.
Y aun si Dios me ofrece el paraiso,
no lo aceptaré si quienes amo no van a mi lado.
No creo en el cuerpo después de la muerte,
éste es sólo polvo y se disolverá.
No es convicción mía,
la vida me lo ha enseñado así una y otra vez ya.
Lo que importa está en el alma.
Y si tú, en sueños has venido a abrazarme
y en mí te has fundido,
hay poco más que pudiera yo desear.
Cada mañana pienso en tí.
En cada meditación, estás ahí.
Cada cosa que hago lleva tu nombre
y vivo agradeciéndote la vida Rosa Isela Madre.
Y rezaré por tí cada día antes de irme a dormir.
Amén y así será.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario