sábado, agosto 11, 2007

El señor Licenciado

Me lo topé en la calle un día, ya hace tiempo, tan decente y bien trajeado, como siempre. Me miró pero no puso mucha atención en mí, solo me dijo buenas tardes y me paso por un lado. Le gente lo seguía o le daba el paso; es que, ese señor, es alguien importante y de dinero, por eso lo llaman: “¡Señor Licenciado!”. No recuerdo su apellido o no quiero recordarlo, porque su nombre es conocido, siempre aparece en todos lados.

Cuando lo vi detuve mi marcha y me quedé mirando lo cerca que de mi estaba y lo lejos que, en otro aspecto, nos encontramos; y pensar que hubo un día que casi emparentamos, me cogí a su hija o, para no herir al feminismo, ambos cometimos carnal pecado. Esa noche creo fue larga y calurosa, no es que la haya olvidado, pero de cosas de mujeres es mejor no andar hablando. Hoy, cuando lo miré, inevitablemente lo recordé y me quede pensando: que si el me conociera creería que no soy nadie y mi futuro se mira complicado, pero un par sabemos que por poco terminamos en el mismo cuadro.

Sería un cuadro grandote, colgado en la pared, con ambas familias a los lados, pero eso no va a pasar y mucho más faltaría, pues, ese señor famoso, fue mi suegro sólo por un día.


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