martes, octubre 03, 2006

Omar Pimienta y sus amigos

3 de octubre de 2006

Como siempre, voy a escribir acerca de algo que viví y que me hizo pensar en cosas que quiero contar. Hace días asistí a la presentación de un libro en Tijuana, específicamente en el Centro Cultural Tijuana. Ahí me encontré con un escenario lleno, cerca de doscientas personas acudieron a esa presentación. La mayoría gente joven, conocidos del autor. Muy a la manera mexicana la presentación programada para las 7 comenzó media hora más tarde. Nos citan a las siete, reparten información para que el evento inicie a tal hora pero al final es mejor que inicie más tarde. A algún pobre se le pudo haber hecho tarde y hay que considerarlo. A otros, por puntuales, nos hacen perder el tiempo. A veces pienso que lo kafkiano que le vemos a México nosotros mismos lo hacemos, no se da sólo, no es natural. Son sólo malas costumbres.
Entre las doscientas sillas no tenía a ningún amigo, ni conocía a nadie, soy de Tijuana pero no pertenezco a ella. A mis amigos se los comió en consumismo, la corrupción o el otro lado, pocos que se dediquen a pensar en otra cosa que el dinero quedan por ahí. Finalmente llegaron dos de mis compañeras del taller, seguramente podremos intercambiar puntos de vista. A ellas las puedo considerar mis amigas.
Cuando por fin inicia la presentación, comienza de forma fluida y natural hasta que Omar Pimienta toma el micrófono. Me pareció de mal gusto que no se presentará o dijera algunas palabras propias para la ocasión. Es muy su estilo tal vez. Inicio leyendo pequeños textos agradables. Eran como pequeños flashazos de la realidad que el ha ido percibiendo a lo largo de cinco años.
Después de diez minutos me asqueé de lo que estaba escuchando. Si bien eran buenas ideas creo que les hizo falta amarrarlas, a pesar de ser poemas les faltaba concretizar. No me daban ninguna imagen nueva aparte de la desgastada estampa de Tijuana. Línea, bordo, migración y Migras, eran palabras que se repetían en casi todos los textos que leyó. Me hablaba de agentes prepotentes, de largas filas, de personas que se fueron, como si todo fuera gris en la Frontera. Patético panorama, sin duda el más patético que encontró. Me recordó a mi primo Jesús, un fulano de mi edad a quien siempre al platicar nos dice que a el le han pasado las cosas más feas, que es el que más ha sufrido, que es el más pobre. Si buscan compasión no es así como se debería conseguir, aunque eso es lo que funciona y esa parece ser la formula al escribir sobre la ciudad. Influenciados por la visión americana se dedican a recrean la imagen de una ciudad gris, donde todo tiene que ser irreal, a fuerzas.
A mí en lo general no me gusto el trabajo del libro, me pareció que con cinco años de escritura se podría haber organizado todo ese material. Y no solo organizado, se pudo sacar más jugo de cada texto, cada uno de ellos era un pequeño universo que se dejo perder, que se aventó estruendosamente en contra de los demás, por que a lo mejor si leo uno me gusta, pero si leo todos me asfixio. Se me congestiona el cerebro con la imagen desgatada de una Tijuana que me obligan a mirar.
Sin embargo, no todo fue malo, a decir de muchos, Omar Pimienta en un escritor joven (veintiocho años), a mi no me parece tanto -será porque yo tengo veintinueve- tiene futuro, aún puede darse el gusto de experimentar, mientras sea para mejorar creo que está bien. Además, creo que hacer realidad este proyecto alienta a otros que puedan tener mejores ideas. El apoyo del Cecut también es importante, éste tipo de eventos se deberían de hacer más seguido y, a fuerza de ello, se podrá pulir un estilo nuevo, original de Tijuana, que la enriquezca y la motive a dar temas menos trillados. Hasta ahora me parece sólo marketing con Tijuana como slogan. Se necesita pensar más. En fin, este es solo un punto de vista.

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