martes, octubre 03, 2006

Entre caballetes

Todo mundo sabe que Rosarito es un lugar mágico, donde se pueden encontrar sitios que agasajan los sentidos, con exquisitos sabores o con música agradable, con bellos lugares o spas relajantes. Hay uno más en el que se desarrolla la percepción por las figuras y los colores. Un lugar en el que, como en una reunión de amigos, las personas se encuentran para rendir culto al arte que se plasma en hojas de papel y lienzos enmarcados. El lugar que voy a describir es real y está a pocos metros de donde ahora Usted lee.














Subir los escalones de un edificio de tres pisos no siempre es tan gratificante como hacerlo en Rosarito. Pero no cualquier edificio puede causar esta sensación, para que esto ocurra debe tratarse de un espacio en donde haya algo especial. El sábado pasado tuve la fortuna de estar en un lugar así; el sitio al cual me refiero está en el kilómetro 30 de la carretera libre a Ensenada, es un edificio blanco en el cual, desde la calle, se pueden ver infinidad de cuadros con pinturas de los más variados estilos y colores. Sin embargo, lo más interesante ocurre adentro, donde cada fin de semana se trabaja para enaltecer a la vista como sentido y a la vida con emoción.















El encargado de ello es el maestro y pintor Martín Téllez, quien desde abril pasado lleva a cabo la tarea de enseñar las técnicas de dibujo que permita formar profesionales “de academia”, según sus propias palabras. Pero ¿Cómo se logra esto? La respuesta no es fácil, aparte que se necesita tener un don de nacimiento para dibujar también hay que seguir correctamente los cánones que permitan delinear figuras de manera precisa, estampando sobre la superficie lo que se percibió con los sentidos sin desperdiciar trazos ni malgastar vocaciones. Para que los demás puedan percibir la forma, el color y la textura de la cosa dibujada, pero sobre todo, los sentimientos que transmite el autor.














Para llegar a ello, hay algo muy importante en el arte de dibujar objetos o ideas, pues, por tratarse de un trabajo que se realiza con los sentidos y donde, además, se involucran los sentimientos, se debe hacer en el mejor de los ambientes. En este sentido la clase de Téllez no se queda atrás, ya que se realiza en el taller de otro buen pintor: David Silva, quien con amable carácter y buena música ambienta el lugar para quienes acuden a las lecciones de dibujo. Rodeados de las pinturas de David y envueltos por trazos, líneas, rayas, sombras y otras muchas de posibilidades los estudiantes se dejan llevar por la magia de la creación.















Si los sentidos son puertas del alma
y si hemos nacido para sentir,
habría que comenzar por percibir
los detalles de la vida con calma.















Con aprendices venidos de Rosarito, Tijuana y algunos, desde Estados Unidos, Téllez se siente satisfecho. La región lo ha aceptado de manera increíble. Y no es para menos, aparte de poder montar múltiples exposiciones en ambos lados de la frontera a lo largo de su carrera, ahora le permite compartir sus conocimientos a todos aquellos a quienes les llama la creatividad. Esta es una oportunidad de oro pues el maestro es egresado de una de las instituciones con mayor prestigio en nuestro país: La Escuela Nacional de Artes Plásticas de San Carlos. Sus grandes cualidades las demuestra en cada clase: mientras habla de claroscuros, de mágicas líneas envolventes y modelos a trazar, toma los lápices y lleva a los alumnos al éxtasis visual, haciéndolos ver todo lo que es posible de realizar con carbón y grafito. No importa si el modelo es una botella, una flor o una mujer desnuda, después del taller las percepciones ya no son las mismas, se comienza a ver todo con armonía y por doquier se trazan ahora líneas imaginarias, verticales o paralelas que arreglan la vida. Cosas que antes de la clase no existían y que ahora son parte de ellos.
Por cierto, no puedo omitir mencionar que las sesiones en vivo con una modelo al desnudo, como últimamente han estado ocurriendo en el taller, es una de las cosas más motivadoras que artísticamente he experimentado en la vida.
Además de las clases que imparte cada fin de semana, el pintor Martín Téllez tiene montada su obra en la exposición que se lleva a cabo en La plaza de los Artistas del Hotel Rosarito Beach, importante espacio donde se pueden apreciar sus dibujos y pinturas. Ese es el lugar ideal para aquellos a quienes el arte los cautiva y los envuelve en sus mágicas sugerencias. Y para quienes les gusta sumergirse y escudriñar una obra de arte, para ellos está el taller donde lo podrán hacer mientras se aprende a dibujar entre amigos. El único riesgo que existe es que, como yo, se enganchen para siempre de este quehacer especial y nos veamos ahí cada fin de semana.

Clase de dibujo
En la clase de dibujo una vez hubo un viejito. Todos pensaban que ya nada aprendería y que sólo a matar el tiempo seguía yendo. Un día, cuando ya nadie atención daba a lo que hacía logró hacer lo que tanto anhelaba: Dibujo en el cuadro al gran amor de su vida y, sin pensarlo, en el cuadro se introdujó. Los demás estudiantes corrieron a ver que estaba pasando y, con asombro, descubrieron que el viejito había entrado en otra dimensión. Al ver en la pintura descubrieron su silueta y a su lado a una bella dama. En el suelo había quedado su cartera tirada, abierta y casi vacía. En la solapa había una foto que era de la mujer que lo acompañaba, la que había sido su amada, a quien siempre el quiso dibujar para escapar con ella a otro lugar. En la clase sigue el cuadro y quien lo ve queda encantado, dicen que para nunca abandonar el arte, aún no sé si sea verdad pero cada vez dibujo más.

Este texto fue publicado en la sección Desde la Plaza de los Artistas del periódico Ecos de Rosarito el día viernes 6 de octubre de 2006, siendo esta la primera publicación en que participo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cada vez escribes mejor,no se si llegues a pintar como el viejo, pero cada vez te pareces mas a el.

Juan-Jo dijo...

Hermano, que gusto que andes por estos lares, de verdad es lo mejor que me ha pasado. Gracias por preocuparte. Nos hablamos pronto...

Anónimo dijo...

2/mayo/2010
Martin desde una parte del mundo, sin que me veas te observo, sin que me recuerdes se que estoy presente en ti,es el tiempo quien apacigua las tempestades del alma, y es el perdon el mas sublime de los sentimientos, balsamo dulce que cicatriza viejas heridas, casi desaparecidas e invisibles por el amor a la vida, siento un melancolico placer al mirar tu imagen, alegria de saber que estas bien, felicidades por tu taller y siembrar en los demás el amor al arte.Solo queria que supieras que te he perdonado, y se que sabes quien soy..por lo cual no es importante escribir mi nombre. Hasta siempre......