miércoles, agosto 23, 2006

Rosarito, lo real

El Rosarito nuestro de cada día

Desde hace dos semanas el taller literario que dirige Martha Parada fue suspendido. Por alguna razón ella tuvo que salir de la ciudad y no hay quien nos guíe. Yo por mi parte, recién mudado de nuevo a casa en Rosarito, he decidido emprender un nuevo proyecto. Este se llamará Rosarito, lo real, lo nombraré así por ir en contraposición de las imágenes bonitas y de logros que nos da el gobierno o de atracción turística que otros realizan. Al igual que a los ejercicios del taller de literatura los iré enumerando, serán narraciones de lo que veo acompañadas de fotografías; en un principio había pensado iniciar una nueva página para hacerlo, sin embargo, dada la escasez de material y sobre todo la falta de tiempo de la que la mayor parte del tiempo sufro, he decidido realizar dicho ejercicio en esta misma página y de paso, le doy más versatilidad, al fin de cuentas seguirán siendo ejercicios y seguirán siendo míos.
El objetivo principal es recabar estampas de la realidad, creo que las imágenes que se manejan de Rosarito y sus alrededores en los diferentes medios de comunicación o publicidad contrastan con las reales, es como si se viviera en dos mundos diferentes; seguramente quienes las realizan escogen lo mejor de la zona para mostrarlo en su trabajo y dejan de lado esa parte. Creo yo que ésta es la parte más importante en la que hace falta trabajar pues es la que necesitamos percibir de otra manera, vernos con otros ojos para poder así sacudirnos la apatía por ponernos a hacer cosas para mejorar nuestra comunidad y con ello, nuestra calidad de vida.
La mayoría de las veces lo que no se hace son cosas sencillas que sumadas en conjunto dan como resultado la cultura de la apatía que es una característica de la vida en esta zona fronteriza, que con el pretexto que es de paso, nadie cuida. Donde los ritmos de vida tan acelerados dan como resultado también que la gente sólo viva para el dinero. Cuando es mucho, esa es la razón, hay que correr a gastarlo y cuando es poco, por que no alcanza y no dan ánimos de hacer nada. Otra de las razones de esta cultura de la apatía es en gran medida a la costumbre de las personas por estar siguiendo series de televisión que los hacen alejarse de la realidad y a la cual dedican todo el tiempo que su comunidad les reclama.
Es más sencillo ver la belleza en televisión que crearla en sus casas, sin duda.

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