jueves, mayo 15, 2025

“Yo también soy Roberto Chávez”

 

Aunque en mi familia piensan que soy de sus nietos el más culero

pero cuando camino llevo sombrero,

la pita en el brazo y en la boca un palillo,

y cuando alguien se pone conmigo, le pico el fundillo.


Yo me subí a su carroza y lo llevé a enterrar

mientras pensaba en las cosas que hicimos en Cantamar

y también lo visité en el hospital

cuando ya estaba muy mal

me crió y me hizo casi un hombre

porque me le escapé al cuartel militar.


Con él sembré frijoles, con él aprendí corridos,

y por el rumbo del rancho de Calixto,

su pick-up pasaba echando bolidos.

Sacaba su rifle y cazaba al hoy animal extinto.

Faisanes, coyotes y codornices,

eran clientes de su gatillo.


Viví mil aventuras con el viejo que me hizo hombre

en el campo, con las vacas o construyendo su casa

con sus propias manos mezclaba el cemento y pegaba ladrillos

cuando hacia buen tiempo, capaba novillos.


Le sabía a la charrería él, pero eso nunca me gustó

maltratar animales nunca fue lo mío

Lo mío era la acción, el trabajo, soy virgo.


El deber, el honor y el sacrificio

son cosas que aprendí después

con mis colegas de oficio.

Cargabamos siempre un G-3

pero ese es otro cuento,

aquí estoy hablando de mi abuelito

él que me salvó de niño

cuando quedé huerfano y perdí la ciudad

y me dio cobijo en su ranchito.


Ayer lo miré caminando conmigo

me dio la mano y me dijo

juntos triunfaremos,

no se me achicopale mijo

no fue en vano lo que vivimos.


Así hablaba mi abuelo,

así sigue hablando,

porque en mí, está vivo.

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