Aunque en mi familia piensan que soy de sus nietos el más culero
pero cuando camino llevo sombrero,
la pita en el brazo y en la boca un palillo,
y cuando alguien se pone conmigo, le pico el fundillo.
Yo me subí a su carroza y lo llevé a enterrar
mientras pensaba en las cosas que hicimos en Cantamar
y también lo visité en el hospital
cuando ya estaba muy mal
me crió y me hizo casi un hombre
porque me le escapé al cuartel militar.
Con él sembré frijoles, con él aprendí corridos,
y por el rumbo del rancho de Calixto,
su pick-up pasaba echando bolidos.
Sacaba su rifle y cazaba al hoy animal extinto.
Faisanes, coyotes y codornices,
eran clientes de su gatillo.
Viví mil aventuras con el viejo que me hizo hombre
en el campo, con las vacas o construyendo su casa
con sus propias manos mezclaba el cemento y pegaba ladrillos
cuando hacia buen tiempo, capaba novillos.
Le sabía a la charrería él, pero eso nunca me gustó
maltratar animales nunca fue lo mío
Lo mío era la acción, el trabajo, soy virgo.
El deber, el honor y el sacrificio
son cosas que aprendí después
con mis colegas de oficio.
Cargabamos siempre un G-3
pero ese es otro cuento,
aquí estoy hablando de mi abuelito
él que me salvó de niño
cuando quedé huerfano y perdí la ciudad
y me dio cobijo en su ranchito.
Ayer lo miré caminando conmigo
me dio la mano y me dijo
juntos triunfaremos,
no se me achicopale mijo
no fue en vano lo que vivimos.
Así hablaba mi abuelo,
así sigue hablando,
porque en mí, está vivo.
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