Todo terminó como comenzó: con un poema entre
tus manos.
La despedida fue insignificante.
Te fuíste caminando entre la oscuridad,
ni siquiera pude distinguir tu silueta mientras
te alejabas.
Me dijiste que no, que yo era demasiado intenso;
que era demasiado para tí.
Me dijiste lo mismo y lo mismo y lo volviste a
repetir.
La verdad que tu querias oír.
Me puse a llorar para dejar morir la pena
pero pasaron los días y no pude parar.
Luego recé padres nuestros y nuestros padres
pidiendo una y otra vez a Dios que la trajera,
que la regresara de nuevo
pues ella era todo lo que ocupaba para vivir.
pues ella era todo lo que ocupaba para vivir.
Y me hizo entender que eso ya estaba escrito
y me dio cosas en que entretenerme
pero nunca más su amor,
donde había vivído tres años,
donde aprendí a darle gracias a Dios.
donde había vivído tres años,
donde aprendí a darle gracias a Dios.
Y luego me dio por escribir poemas y me dí
cuenta
que escribiendo por ella,