jueves, septiembre 03, 2009

Vidas tomadas

De pronto se soltó la balacera. Los disparos eran aturdidores y, como entrenados por los noticiarios, sin pensarlo nos tiramos al piso. Lo que alcancé a ver fue a unos tipos de camisas cuadradas saltando de un pick-up Ford azul cielo; eran como cinco, todos armados con escopetas y cuernos. Aquí también aparecieron pistolas por todos lados, pa´mí que’l jefe y varios empleados tienen algo que ver en esto. El sonido del metal resbalando sobre metal en las armas que se cargan nos robó la voz y el aliento. Sólo unos cuantos quedamos tendidos en el piso, los demás se defendían disparando hacia los desconocidos.

…parece que lleva horas el tiroteo, hay muchos cuerpos tirados y huele intensamente a meados, seguro algunos se han meado de miedo o puede ser que los muertos perdieron lo que se habían tomado.

Siempre supe que el hijo del jefe era un pendejo, uno de esos juniors maleducados. Pero ahora: ¡Me lleva la verga! ¡Estamos en sus manos! Trae en la mano una .45 y con ella nos tiene amenazados. Siguen llegando más carros, pero no se oyen sirenas, sino gritos apresurados. Por momentos todo queda en silencio, solo afuera se oyen gritos, instrucciones, parece que nos están rodeando.

El Ruso, el Genaro y yo estamos tendidos sobre el piso, cubriéndonos detrás de los escritorios; del otro lado hay otros tipos tirados, creo que son clientes o vendedores que sólo estaban de paso. Se oye gente corriendo tras la pared. El hijo del dueño se llama Rigo y le ha dicho al Piojo que primero lo sacan embolsado que caer en las manos de la gente del ‘Licenciado’. “¡Si ya mataron a mi jefe, me da lo mismo morir aquí, pero con los güevos en la mano!”

De afuera entran disparos que mellan las paredes y nos van pintando las espaldas de blanco. El Piojo ya no se mueve, parece que le han dado; por atrás se le ve la camisa empapada de sangre y tiene la frente recargada en la pared, como rezando. Al Rigo le da un ataque de nervios. Se sienta con la pistola en las manos, parece que se va a matar al sentirse acorralado, sin embargo, de pronto se para de espaldas a la pared y empieza a soltar disparos que rebotan por todos lados. Sabía que no estaba equivocado, él es un idiota que no tiene control ni de sus manos. Alguien detrás de nosotros le pide que se calme y le ofrece un pase; el tipo alza la mano y le avienta dos palomas de papel periódico sobre el escritorio. Son gruesas, rellenas de polvo blanco. El Rigo las levanta y se chinga la primera de un jalón. Luego se le dibuja una sonrisa en los labios y llama al Genaro. Él se levanta y se le acerca de inmediato. No alcanzamos a ver como, tronó la cuarenta y cinco y le partió la frente en pedazos. El Genaro cae con los pelos ensangrentados y su cara no se ve por ningún lado. “¡De aquí nadie sale vivo!”, “¡Nadie abrirá el hocico!” ―y luego ordena: “¡Ruso, ven acá!”

El Ruso le pide que se serene y que lo deje quedarse donde está. “¡Si no vienes te voy a cazar como a una rata!”. El Ruso se levanta; él es bajito, de complexión musculosa, con corte de pelo tipo flat-up, cabeza cuadrada y pelos parados, va y se para enfrente. No dice nada, está enfadado. Se oyen pasos sobre el techo, el edificio está asegurado. El Rigo jala el gatillo pero solo se escucha una percusión sin disparo. Echando madres abastece de nuevo la pistola. El cartucho que no se accionó salta hacia un lado. El Rigo mantiene los ojos sobre el carro que corre por el lomo de la escuadra que sujeta con ambas manos. El Ruso aprovecha distracción y movimiento y en una nada de tiempo, con violencia le mete al Rigo el cañón de su propia pistola en la boca y le saca un disparo. El miedo es un explosivo y el Ruso lo detonó en el momento indicado.
Lo único que veo caer del Rigo son sus sesos y pedazos de cráneo; los que no salpicaron la pared escurrieron por los hombros del Ruso hasta quedar embarrados. El Ruso nos ha liberado, pero no podemos salir, en cualquier momento entraran a acribillarnos.

A mi México sufrido, porque sufro contigo.
El nombre lo tomé de un cuento que espero poder leer pronto.
Magdeburgo, Alemania, 4 de Septiembre de 2009

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