...y llegó la despedida de tu parte material,
la parte que busqué y seguiría buscando mientras pueda caminar.
Todo a tí te lo debo, no hay nada con que pueda tu esfuerzo saldar.
Me diste lo que pocos reciben
y eso no es solo la vida, eso es fácil de dar.
Lo que me diste fue seguridad.
Libraste mi camino de miedos,
de incertidumbres y ataduras al pasado.
¡Me diste Libertad!
Me alimentaste con recetas que recortabas de revistas,
me cubriste por las noches.
Te levantaste a calentarme algo de tomar.
Me despejasté el camino para que pudiera volar.
Y caminando frente a mí, me enseñasté mi destino,
a lo que me tenía que enfrentar.
Vivimos tristezas, también abandono;
incomprensión, menosprecios y sueños sin cumplir.
Sufrimos un poco pero la pasamos bien.
Reímos, lloramos y fuimos al cine.
Nos tiramos en la playa y vimos nubes pasar.
También discutimos y nos enojamos.
¡Y qué!
La vida también es para batallar y aprender a perdonar.
Y ahora, cuando tenemos que despedirnos,
yo admito mi responsabilidad.
Pues me he dado cuenta que si Dios te envió para cuidarme,
la vida que me has dado debe valer aún más.
Y no dejaré que sea en vano;
te voy a volver a ver, y será mi turno guiarte,
tenderte la mano, quererte y cuidarte;
para que seas feliz y rías en mis brazos.
Y aun si Dios me ofrece el paraiso,
no lo aceptaré si quienes amo no van a mi lado.
No creo en el cuerpo después de la muerte,
éste es sólo polvo y se disolverá.
No es convicción mía,
la vida me lo ha enseñado así una y otra vez ya.
Lo que importa está en el alma.
Y si tú, en sueños has venido a abrazarme
y en mí te has fundido,
hay poco más que pudiera yo desear.
Cada mañana pienso en tí.
En cada meditación, estás ahí.
Cada cosa que hago lleva tu nombre
y vivo agradeciéndote la vida Rosa Isela Madre.
Y rezaré por tí cada día antes de irme a dormir.
Amén y así será.
viernes, agosto 30, 2013
jueves, julio 25, 2013
MADRE SOLO HAY UNA
Tu vida no ha sido en vano pues nos has dejado de pie;
El paraiso ha sido y será siempre bajo tus pies.
Tu eres mi roca, mi montaña, mi fortaleza y fe.
La vida retoña de tus bendiciones y como tú
yo aprendo a ser padre y madre a la vez.
Parto con una maleta llena de recuerdos;
te meto en mis bolsas, te meto en mi vientre,
mi corazón está lleno de tí hasta radiar.
Viniste con Cáncer, y te has ido en Cáncer,
cerraste tu ciclo y me dejas en paz.
Cada que miro la Luna veo en ella un cangrejo
que me recuerda como me contabas cuentos de liebres y hombres al fuego; yo sólo te veo a tí en ese reflejo y la luz que me llega es como si tocaras mi pelo. Tu amor vive en mí y a nadie se lo voy a negar.
TQM
El paraiso ha sido y será siempre bajo tus pies.
Tu eres mi roca, mi montaña, mi fortaleza y fe.
La vida retoña de tus bendiciones y como tú
yo aprendo a ser padre y madre a la vez.
Parto con una maleta llena de recuerdos;
te meto en mis bolsas, te meto en mi vientre,
mi corazón está lleno de tí hasta radiar.
Viniste con Cáncer, y te has ido en Cáncer,
cerraste tu ciclo y me dejas en paz.
Cada que miro la Luna veo en ella un cangrejo
que me recuerda como me contabas cuentos de liebres y hombres al fuego; yo sólo te veo a tí en ese reflejo y la luz que me llega es como si tocaras mi pelo. Tu amor vive en mí y a nadie se lo voy a negar.
TQM
Etiquetas:
A mi Madre,
El poeta desatado,
Personales
Mi país actual
Qué lástima que mi país está dejando ir a sus ciudadanos más concientes y que los que quedan también piensan en partir. México ha entrado en una era oscura donde pocos piensan en el bien común. He visto demasiado individualismo y ambición. Todo se está convirtiendo en un negocio particular.
Yo les pido a mis amigos y a todos los que queremos a ese país, que se refugien en la meditación y la fe en Dios, cualquiera que sea el camino que Ustedes tengan. Se necesitará de mucha fuerza de voluntad para cambiar la situación.
Dios los bendiga a todos y tengan confianza que la Luz siempre vence. Seamos siempre humildes, sinceros y agradecidos; Dios nos iluminará.
Por mi madre, que es también de Ustedes.
Les mando un fuerte abrazo a todos.
MAMÁ
Voy volando y volando
sobre cielos extensos y blancos
en las manos de Dios me estoy acercando.
Busco darle paz al corazón marchitado
que no sabe de la que me abrió las puertas al mundo
y estuvo siempre en el momento indicado.
Con sus respuestas y palabras de aliento
me mostró como dar el Amor del Universo,
él que tenemos prestado.
Tengo fe y confio
que las cosas que vivimos son la oportunidad para lograr algo.
Ahora rezo y pido volver a verla
y decirle
que su valor y ejemplo siempre me han guiado.
Que el mundo me ha sonreído y dado milagros;
flores y risas y un trabajo honrado.
Avanza el tiempo y lo comprendo,
mi Madre ya ha pasado por todo esto.
¿Será que sigo tus pasos?
Y sí vamos caminando hacia el vacío, yo te digo:
Siempre estarás conmigo.
Y si tienes un momento, escúchame:
No te vayas sin despedirte
Porque te quiero abrazar y estar contigo.
sobre cielos extensos y blancos
en las manos de Dios me estoy acercando.
Busco darle paz al corazón marchitado
que no sabe de la que me abrió las puertas al mundo
y estuvo siempre en el momento indicado.
Con sus respuestas y palabras de aliento
me mostró como dar el Amor del Universo,
él que tenemos prestado.
Tengo fe y confio
que las cosas que vivimos son la oportunidad para lograr algo.
Ahora rezo y pido volver a verla
y decirle
que su valor y ejemplo siempre me han guiado.
Que el mundo me ha sonreído y dado milagros;
flores y risas y un trabajo honrado.
Avanza el tiempo y lo comprendo,
mi Madre ya ha pasado por todo esto.
¿Será que sigo tus pasos?
Y sí vamos caminando hacia el vacío, yo te digo:
Siempre estarás conmigo.
Y si tienes un momento, escúchame:
No te vayas sin despedirte
Porque te quiero abrazar y estar contigo.
Etiquetas:
A mi Madre,
El poeta desatado,
Personales
lunes, abril 01, 2013
La Ruta de los Sueños XLVIII
En
busca del muro
Bajo
de la torre y me pierdo entre los árboles que enmarcan bellos prados
de pastos, como si fueran muchos campos de golf separados por altos
pinos o, más bien, como si estuviera en un conjunto de jardínes
japonéses en medio del bosque. Por aquí y por allá se alcanza a
ver y oír la ciudad con su bullicio pero aquí impera la paz y el
verdor, atrapados en una ciudad de tres millones de habitantes. Entre
los árboles se empieza a ver el domo de la siguiente atracción que
quiero visitar. Me parece como si fuera un enorme Gotzilla, pero en
lugar de que él se aproxime a mí, él está estático y yo soy el
que me acerco; soy tan insignificante que no se piensa mover ni lo
logro siquiera inmutar. Ese gigante es la plaza Sony, que es un un
complejo de edificios multiusos y centro comercial que alberga cines,
galerías y todo tipo de atracciones.
Me
impresiona el lugar y todo lo que hiceron con él, pero no es el
Berlín actual el que me interesa por el momento, sino el histórico,
el que está escondido en pedazos atrás de la fachada de
prosperidad; donde hay historias de hombres gallardos, de heróes y
villanos; de martires y desalmados, donde la humanidad ha llegado a
sus extremos. A donde sólo llegan los santos o aquellos que han
entregado su alma a los excesos.
En
la esquina de la calle, al otro lado, me topo de pronto con un pedazo
del muro. No lo esperaba ver ahí, de acuerdo a mi mapa debería de
llegar hasta el “Check Point Charly” para verlo, pero no es así,
aquí, en la esquina de Potsdamer Platz y Ebertstraße, me he
encontrado con el primer pedazo del Muro de Berlín que he visto en
mi vida.
Lo
miro y le tomo fotos. Leo los graffitis que hay en él; luego leo un
poco de la historia que hay aquí para los turistas y me doy cuenta
de que la historia no se puede transmitir en datos históricos. Hace
falta ver el lado humano y no sólo los hechos que causaron los
eventos y las consecuencias que contrajo. Para poder valorar lo que
pasaba en un determinado momento se debe saber como vivieron dicho
evento las personas que vivían ahí; las que no sabían lo que
pasaba ni porque pasaba o lo que ese momento significaría pero que
siempre son las que pagan las consecuencias. Algo así fue lo que
apenas días atrás me habían contado al respecto del muro y que a
mí me parece fue todo un “Manual para tumbar un Muro”. La
historia que oí, es algo que no sabía y que nunca hubiera
imaginado. Fueron hechos reales que me emocionaron tanto como si yo
mismo los hubiera vívido. Mi novia me contó lo que vivío en esos
días, cuando este Muro pasó a ser una atracción turística.
-
¡Cuéntame!
- “…antes
de que se diera el cambio, la gente estuvo yendo durante meses cada
lunes a manifestarse afuera de las catedrales y en las plazas,
presionando para tener más libertad y una mejor vida con más
oportunidades. La presión fue subiendo poco a poco y hubo momentos
en que en el gobierno ya no se sabía que hacer. Igual entre la gente
se tenían dudas de que era lo que se buscaba, algunos querían
unirse a la República Federal, que estaba en la parte occidental,
pero muchos otros sólo deseaban que el país fuera un país libre
donde la gente pudiese hacer y decir lo que le diese la gana. Dicen
que hubo un momento en que cientos de personas fueron a la embajada
de la Alemania Occidental en Rumania y se brincaron la barda para
pedir asilo y como se los dieron, el gobierno de la República
Federal los transportó en tren hasta Baviera, abriéndose así una
posibilidad que siguieron cientos de personas no sólo en Rumania,
sino que posteriormente las embajadas de Varsovia y Praga también
fueron usadas para pedir asilo y cada día había más gente
exigiendo se les dejase ir a occidente, al punto de que se hacían
manifestaciones en la frontera tan a menudo que se volvieron
permanentes y fueron tan eficaces que hubo un día que ante la
presión de una de esas manifestaciones el gobierno decidió abrir
por un rato la frontera y dejar ir a quien quisiera. Cientos de
personas no dudaron en aprovechar la oportunidad y se marcharon en el
momento, así, sin llevarse nada.
...también
hubo personas que decidieron irse e hicieron cualquier cosa por salir
de la república comunista, como lo hicieron muchos padres de familia
quienes precisamente por tener una familia podían conseguir una visa
para salir. Se suponía que era para que salieran ellos solos, pero
algunos aprovechaban la oportunidad y escondían esposas e hijos
entre las maletas o muebles para jamás volver”.
-
Dime, cuéntamelo todo; dime que es lo que recuerdas, que es lo que
viviste. No te guardes nada, quiero saber.
Yo
quería saber como había sido ese día, si sabían con anterioridad
en que fecha se daría la apertura del muro y me sorprendió saber
que las cosas no fueron así, sino que nadie sabía nada, solo se
sabía que la situación era cada vez más tensa pues la población
en general ya se había volcado para lograr un cambio y el gobierno
se tambaleaba.
-
“...entonces, una mañana al encender la radio, el locutor hablaba
confusamente, pues el tampoco sabía que decir exactamente, pero al
cabo de unos minutos entendí que a lo que se refería era a que algo
había pasado durante la noche y que ya se habían abierto las
fronteras y ya todo mundo se podía ir si lo deseaba. Ese día yo
viajé en tren de Leipzig a Magdeburg y recuerdo que la estación
estaba repleta de gente, al grado que no se podía ni caminar y debí
abrirme pasó a empujones para poder llegar hasta mi tren. Ahí
también me debí ganar un espacio pues estaba completamente lleno.
Recuerdo que cuando estaba abordo me percaté de que la gente de
adentro jalaba la puerta para evitar que más personas subieran. Es
que aquello estaba a reventar y ya no cabía un alma. Al regresar a
casa mi hermana y yo nos fuimos a Berlín Occidental, a bailar en una
disco que era lo que los de nuestra edad soñabamos poder hacer.
...mientras
viajabamos a Berlín nos percatamos que no solo habían caído las
fronteras, sino que además el gobierno de la República Federal les
estaba dando a todos los alemanes del este un bono de cien marcos
como bienvenida (Algo así como cincuenta dólares – me explica);
por lo que todo mundo se volcó sobre los bancos que estuvieron
abiertos repartiendo el bono de bienvenida incluso hasta en la noche.
Los que deseaban ir a Alemania occidental debían sellar sus
pasaportes pero nosotros no fuimos porque en ese momento había
tantas personas deseando ir hacia allá que las colas de espera eran
enormes, tanto así que la fila de autos desde la frontera alcanzaba
los cien kilómetros de largo. Pero eso no era todo, ya que además,
lo que quisieran emigrar debían de ingresar a un campo de
inmigrantes en el cual se les retenía aproximadamente un mes antes
de dejarlos entrar a la Alemania Federal, aunque la situación se fue
normalizando rápidamente hasta que el paso se hizo libre para
todos”.
Yo
no viví todo aquello, más a través de ella de cierta forma lo
había vivido también. La abrazo y ese sentimiento de unidad humana
nos embarga por un momento; esa sensación no era nuestro amor, eso
era amor universal que solo aparece cuando una causa mayor nos
inspira a unirnos por igual, sin importar sexo, credo o nacionalidad.
El Libro de las Nubes y una bella letra manuscrita

Lo
tomé con desconfianza pero con una buena corazanada, la
recomendación de leerlo venía de un buen conocedor literario. No
sabía que era una bitácora de viaje autobiográfica y al poco de
iniciar, lo que parecía un gancho literario con la figura del
inombrable me hizo dejarlo abandonado por más de un mes.
Sin
embargo, la dedicatoria en manuscrita si la leí varias
veces. Cómo sería conocer a un autor en persona, alguien con una
gran seguridad en sí mismo como para escribir libros. Ésta era de
puño y letra de la autora y, la verdad, la buena caligrafía en las
mujeres es algo que me exita. No porque me quiera tirar a una fulana
que ni conozco ni jamás he visto en la vida, esa clase de
calenturiento no soy. Lo que pasa es que algo me dice que
encontraré al amor de mi vida escribiendo muy bonito. ¿Será ese un
sueño o una simple fantasia sexual? Si es que así se le puede
llamar a eso pues no he oído nunca de alguien que escriba mientras
está haciendo el amor, ni con curvas ni ganchos grandes como se
interpreta el sexo satisfactorio en grafología, eso simplemente no
se hace. De cualquier manera, después de algunas experiencias
amororas y sus respectivas decepciones, cada vez creo más que ese es
más bien un recuerdo del pasado, de otra vida quizás, de algo que
ya no volverá. En nuestros días, importa más que el tamaño de tu
laptop sea pequeño y grande él de tu celular, los tipos de letra ya
vienen incluídos, no te debes preocupar.
Finalmente
un día me encuere y me metí en la bañera con el libro en las
manos. No puede parar hasta terminar de leerlo, tres rellenadas de
agua caliente después. La inteligencia y sobre todo el valor de la
escritora me sostuvo entre sus dedos. El gancho que al principio me
había parecido trillado se desvaneció y la historia tomó forma.
Las descripciones de ese mundo mágico e imaginario me atraparon; ese
Berlín que tengo al alcance de la mano, desde donde tantas veces he
escrito subiéndome a esas mismas alfombras mágicas sobre las que la
escritora estuvo volando sin saberlo al escribir. Ahora estoy seguro
que en Berlín se pueden sintonizar esas frecuencias con superficie
de tapiz cuando se escribe.
El
relato de Frau Aridjis ha sido ligero al leer pero de profundos
mensajes; uno que caló y con el que también concuerdo es en él que
dice que nada puede realmente ocultarse o borrarse, y que cuando se
intenta, sólo se consigue oscurecerle más. Así pasa cuando uno lee
un libro: ya nunca se puede olvidar, y por más libros que leamos
después, el recuerdo de él se hará más difuso, pero nunca
desaparecerá.
Eso
pasará sin duda con „El Libro de las Nubes“. Sé que cada vez
que regresé a Berlín o piense en Marzahn me acordaré de esos
bancos de niebla y buscaré xolos que me guíen en la oscuridad. Ha sido un placer ver esa parte del mundo con los ojos de una mujer.
Gracias
Yannick, te veo en Franfurt y te llevo tu libro, no estuvo nada mal
;)
domingo, marzo 10, 2013
La Ruta de los Sueños XLVII
Entre
árboles jovenes
Mi
próximo objetivo brilla en lo alto, sobre las copas de los árboles
al suroeste del Reichstag. Es la figura alada de la “Viktoria”
que está situada a 60 metros de altura y es a donde quiero subir. Me
voy caminando entre un denso follaje de árboles jovenes, en donde
todos los sonidos de la ciudad quedan lejos, convertidos en un
pequeño bullicio que es díficil reconocer. Los miles de árboles
que conforman el Tiergarten, nombre de este enorme parque ubicado en
pleno centro histórico, brindan una calma embriagante, que hace
díficil pensar que no hubiesen estado aquí desde siempre. Sin
embargo, es sabido que al final de la II guerra mundial el parque
tuvo que ser reforestado completamente pues no quedó ningún árbol
en pie después de los bombardeos aéreos, del fuego de artillería,
de los combates con tanques y ametralladoras que significó la
invasión aliada, rematando con la miseria que padeció la ciudad
después de la capitulación del Tercer Reich, que obligó a los
habitantes de la ciudad a sacrificar muchos árboles para hacerse de
calor en las chimeneas invernales de la post-guerra. Trato de
imaginar el lugar convertido en un arrasado campo de trincheras,
completamente lleno de los hoyos dejados por las bombas, como los que
he visto en películas de la Gran Guerra, más no puedo reemplazar
toda este verdor por desolasión, Oh, mein Gott! ¡Qué terrible es
la guerra!
A
paso lento pero constante veo aparecer poco a poco frente a mí la
Columna de la Victoria. Me emociono al pensar que en unos minutos
podré ver todo lo que hay en los alrededores desde encima de los
árboles. Conforme me acerco se ve cada vez más bonita; le empiezan
a brotar colores en los costados que son imagenes en las paredes.
Tiene
una bella silueta y en su original idioma se llama Siegessäule,
lo que en el nuestro es Columna de la Victoria; y aunque tiene un
gran parecido con la columna de la Independencia de la Ciudad de
México, si consideramos su tamaño y antigüedad se debe considerar
a la berlínesa como la hermana mayor de la mexicana. Aunque lo
cierto es que no tienen relación directa alguna.
En
la base de la torre hay figuras de bronce con imagenes de marchas
militares, guirnaldas y olivos, y altas banderas en memoria de las
victorias sobre franceses y daneses en el siglo XIX. Son los soldados
que fueron victoriosos en esas guerras, en las que se formó esta
nación, a sangre y fuego como en una de sus mejores epopeyas.
Pero
la gloria de la Siegesäule se encuentra al subir los escalones,
donde se pueden apreciar unos relieves con las imagenes de aquellas
hazañas en completo colorido. Es un trabajo impresionante, donde
puede uno pasar horas decubriendo los detalles que dejaron ahí
plasmados con destacable belleza y precisión. Es una trabajo
colosal, que solo viéndolo uno con sus propios ojos lo puede
dimensionar.
Pero
de aquellas batallas lejanas quedan sólo recuerdos de glorias
pasadas en relatos estampados como los que se encuentran aquí en las
paredes de esta torre, rodeada del incesante tráfico berlinés;
historias que hoy suenan a leyendas de tiempos perdidos, en los que
los hombres tenían que demostrar su valía a base de acero y
dinamita; cargando contra un enemigo distante que ya ni es enemigo ni
es distante, que se diluyó con la modernidad. Ahí se ve a un
emperador entregando su espada ante un general prusiano que para
llegar ante él tuvo que viajar cientos de kilómetros a lomo de
caballo, ataviado de botas y sables; cargando sables, casco y sabra
Dios que más en sus alforjas para lograr esa hazaña. El hombre
necesita conocer siempre sus límites; sí esos fueron los de ellos,
espero nos queda claro y no debamos repetirlos más. Que gusto saber
que el paso del tiempo no ha sido en vano, que ahora tenemos el lujo
de vivir en paz y libertad.

Mi
dejavú termina y dejo que el ruido del tráfico me regrese a mi
realidad.
Aún
reponiendome de las impresiones empiezo a subir a la cúspide hasta
que me paró a los pies del aquella bella y esbelta figura alada.
Estoy
arriba y mis ojos se llenan de Berlín, me como la
ciudad con mi mirada.
Estar
en Berlín me humedece los ojos, siento que ya estuve aquí, pero en
esta vida es imposible. Tal vez en otra, no lo sé. Dicen que todo
pasa por algo; sin embargo, esto que me pasa no sé porqué esta
pasando. Es como si mil almas se arremolinaran alrededor mío y me
exigieran que recordara algo,… pero no sé qué.
…o
tal vez, es la conciencia de los hombres que por aquí han pasado los
que me quieren decir algo.
Nunca lo sabré, la dimensión para saberlo está cerrada para mí.
Llegué
a Berlín al mediodía;
la
ciudad no se inmutó ante mi mirada,
Berlín
es fuerte, es fría, no me necesita para nada.
Berlín,
cuidad de concreto y de cristal,
de
espacios amplios hasta donde ya no se alcanza a mirar.
Parece
que no tuvieses alma, eres gélida joya tras el vitral.
Tal
vez te la han robado, quizas te la han matado.
Has
visto desfilar aventureros sin parar,
caras
que llegan y vidas que van.
Yo
sin conocerte no puedo opinar.
Tan
solo llegué hoy al mediodía
y
te encontré sumergida en tu frialdad.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)