La Catedral de San VitoAl salir de la iglesia de Loreta intenté caminar un poco más arriba de la colina, sin embargo, pronto desistí de ello, había en esa zona tanta belleza arquitectónica en cada edificio, en cada rincón, que imaginé que probablemente podría pasar semanas enteras sin terminar de apreciar todo lo que ahí había para mirar; por ello opté por regresar sobre mis pasos rumbo al castillo.

Hacía entonces tanto frío que estaba a punto de comenzar a temblar, el suéter que antes me había parecido demasiado caliente estaba resultando sumamente vulnerable al aire helado de la montaña.

Rodeé una fuente, crucé un pasadizo que se encuentra entre los edificios que rodean el castillo, mismos que son el palacio de gobierno de la república y, al salir al otro lado, me encontré de lleno con las enormes puertas del castillo y una gran cantidad de turistas que lo admiraban.

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