viernes, mayo 01, 2009

The Pillars of the Earth

Dedicado a Mónica Silva
ante su partida de Magdeburg


The Pillars of the Earth
Un libro para creyentes y desesperanzados





“Having faith in God did not mean sitting back and doing nothing. It means that you would find success if you did your best honestly and energetically.”

(“Tener fe en Dios no significa quedarse sentado y no hacer nada.
Significa que se va a tener éxito si se hace lo mejor honesta y enérgicamente”)

Hay libros que casi todo mundo ha leído y recomendado. El verano pasado me topé con uno de ellos y debo decir que cambió mi vida; bueno, tal vez no la cambió el libro en sí pero mientras lo leí mi vida cambió, como si se tratase de una profecía que estaba ahí, escrita para mí. Curiosamente, este es un libro que no me atrevía a leer y que por unos cuantos meses estuvo en mi cabecera, esperando su turno. Sus casi mil páginas, su aparente inglés medieval y mi escaso tiempo libre me mantuvieron posponiendo su lectura una y otra vez. Por fin llegó el día que me decidí a leerlo y no dejarlo hasta terminar y si esto ocurrió, no se debió a que yo sea muy buen lector o a que mi inglés sea perfecto, simplemente me pasó lo mismo que a todos aquellos que me lo habían recomendado, el libro me enganchó y ya no lo pude soltar. Porque es una novela de personajes ejemplares y son precisamente los protagonistas de esta historia los que hacen que este sea un libro sobresaliente; porque en él cada quien está haciendo lo que debe hacer y, contrario a lo que pasa generalmente en la vida real, ellos se mantienen así, sin rendirse, hasta el final.

Leerlo en inglés mientras trato de aprender alemán me resultó todo un reto, primero me tuve que hacer a la idea de cual era el idioma que tenía ante mí, luego debí acostumbrarme a él. Se me presentó continuamente la problemática de que mi cerebro interpretaba de manera diferente las vocales y revolvía reglas gramaticales. La paciencia hace al maestro pero la persistencia salva al alumno. Ante estas dificultades idiomáticas y el saber que el inglés es una lengua práctica y relativamente sencilla me hizo preguntarme si algún día podré leer en alemán, un idioma mucho más preciso y por lo tanto complicado. Por esta razón los textos escritos en la lengua de Goethe siempre terminan siendo más extensos pero, a pesar de ello, la gente de habla alemana lee más. Lo que extrañamente no nos pasa con el español, pues a pesar de ser la nuestra una lengua que se expande, muy amada por su belleza y por ser tan rica, los hispanohablantes cada vez leemos menos.
Volviendo a la novela, debo decir que en ella los buenos, como el padre Phillip, a pesar de enfrentarse a duros obstáculos nunca se rindieron, aunque a mí me parece que a veces la gente está haciendo cosas buenas porque no le quedan más opciones o porque como la bella Aliena, está obligada con sus muertos:

“…she knew she would never see him again. In another way he was still with her, for she was bound by the oath he had made her swear, and she was resigned to spending her life doing his will.”

(“…ella sabía que a él no lo volvería a ver. Aunque de cierta forma él aún
estaba con ella, pues ella estaba atada al juramento que él la hizo hacer y
ella estaba resignada a pasar el resto de su vida cumpliendo esa voluntad.”)

Sin embargo, lo que me gusta de los malos es que ellos siempre tienen opciones y este libro nos cuenta la historia de dos malvados de ese tipo: detrás de todo está Bishop Waleran, que es un religioso desalmado que juega con el poder y busca acrecentarlo toda costa y por supuesto tenemos al villano principal, se llama William Hamleigh que es un personaje como el que al principio hubiese querido ser cualquiera, por su valor, arrojo y agudeza pero conforme va avanzando el relato, se van sintiendo deseos de desaparecerlo de la historia con nuestras propias manos o, por lo menos, esto fue lo que sentí pues parecía esa sería la única forma de impedirle seguir haciendo fechorías.

Esta obra, cuyo tema se desarrolla en la edad media, con castillos, caballos y armaduras, que penetra en ese tiempo y describe con claridad el modo vestir, comer y trabajar de las personas de la época, muestra además su forma de pensar y sus creencias, empapándonos con su fe, detallando las razones que tenían para vivir así. A pesar de todas sus virtudes, personalmente no me atrevo a recomendarla porque como a mí, su vida podría cambiar mientras la leen y no sé si desean que esto ocurra; además, encontré detalles en la historia que me desilusionaron pues debo de admitir que en un momento la novela llegó a enfadarme ante un par de situaciones que surgen de la nada o porque no entendí nunca porque alguien que está desesperado por comer sigue conservando una valiosa espada. A esa altura mi opinión era que este libro no era lo que me habían contado; sin embargo, poco a poco fui descubriendo que quien lo escribió tiene el don de conectarnos con los misterios de la vida, porque esta historia al ir penetrando en el medievo inglés, se fue enlazando con lo que a mi mismo me pasaba, transformando la experiencia de leer en algo sobrenatural, que me obligaba a leer apresuradamente para saber en que terminaría todo aquello.

Cerca del fin, todo parecía terminar abruptamente, sin embargo, la intensidad de las páginas finales es tal, que todas las partes de la historia terminan entrelazadas en un intenso último capitulo que, a base de un hecho histórico, le da razón a todos los segmentos que se habían quedado esperando una justificación.

Este libro es un fruto perdurable, que puede dar fe a quien cree en la existencia de algo más grande sobre nosotros y esperanza al que no sabe lo que es creer. Es una historia que no se olvidará y cada vez que entremos en una librería sabremos que lo encontraremos, porque es una obra universal.

A Ken Follet, mi admiración.

Lo que pasó conmigo y con mi vida no es importante, al final de cuentas, mientras siga habiendo amaneceres, siempre podré volver aquí a seguir contando algo.



Magdeburgo, 20 de Abril de 2009